Si son asiduos por aquí ya saben lo mucho que me gustan los libros de Victoria Álvarez, una autora que logra que siempre me enamore de sus personajes y que no me quiera despedir de ellos. Por eso hoy quiero recomendarles una historia que es muy especial, porque es la nueva versión de la primera novela que publicó la autora hace ya quince años: Hojas de dedalera. Una obra que no solo revisó a fondo para que volviese a las librerías, sino que decidió reescribir por completo, de modo que la novela que la enamoró y con la que inició su carrera se adaptase a la escritora que es ella ahora una década y media más tarde.
«La muerte no le pisaba los talones: se encontraba ya sobre ella».
Dividido en tres partes, el libro nos cuenta la historia de Annabel Lovelace una joven médium a la que conocemos cuando no es más que una niña pequeña abandonada por su madre. Una chiquilla que vive en un cementerio y duerme dentro de un ataúd. Una niña pálida y con problemas del corazón que descubre de manera bastante inesperada que puede ver a los muertos. Pero su don, lejos de convertirse en una maldición transforma su existencia para bien, ya que entre los fantasmas ella se convierte en un faro que los guía hacia el Otro Lado. El tipo de ayuda que esas almas ancladas a sus antiguas vidas y con asuntos pendientes necesitan con el objetivo de descansar finalmente. De hecho, el don de Annabel es tan fuerte que la termina por convertir en una de las médiums más respetadas del Londres victoriano.