Imaginen vivir en el lugar donde no se conoce la luz del sol, en medio de túneles, cuevas y galerías en las más profundas entrañas de la tierra. Un sitio húmedo y mal oliente, en el que lo único que se puede hacer es cavar, cavar y cavar, ya que la vida no tiene ningún otro propósito si perteneces al último escalafón del orden social. Pueden dejar ya de imaginar, sean todos bienvenidos al pozo, el claustrofóbico escenario de La polilla en la casa del humo, la nueva novela de Guillem López.
“Este es el trato. Yo contaré mi historia, la de verdad, y vosotros la escucharéis os guste o no, porque hablaré de drogatas y marginados, de sexo, violencia y muerte”.
Esta es la historia de Veintiuno, un joven que se niega a seguir el sistema, que aspira a ser algo más que un engranaje en la maquinaria del pozo, condenado a cavar todo el día para conseguir los cristales que le permitan comprar la comida y poco más; un poco de descanso nocturno cuando las pesadillas le dejan dormir y condenado a la rutina de trabajo continuo, sin más, hasta que llegue el momento de ser reciclado, como todos, tarde o temprano.