¿Cómo sería crecer en un orfanato? Imaginen cómo sería su existencia si después de quedarse huérfanos les tocase vivir en un remoto valle, rodeados de chicos como tú, bajo la estricta supervisión de tres sacerdotes. Trabajando en el campo, sin demasiada comida y con rutinas férreas. ¿Qué ocurriría si la visita de un grupo de hombres desatase un mal en ese aislado orfanato y los niños empezaran a cambiar? ¿Qué pasaría si no puedes distinguir amigos de enemigos? Hoy quiero recomendarles Los chicos del valle, de Philip Fracassi, una novela de terror que les hará sufrir mientras se preguntan si alguno de sus protagonistas logrará sobrevivir.
«Ante mí no hay más que muerte, sangre, humo y llamas.Todo mi mundo es fuego».
Ambientada en un remoto valle de Pensilvania y a principios del siglo XX, conoceremos la historia de los chicos del orfanato de San Vicente. Un asilo de huérfanos administrados por tres sacerdotes y un hermano que no es religioso (y que oculta un pasado violento). Una institución en la que treinta y dos niños que nunca comen lo suficiente siguen un conjunto de estrictas reglas para que la convivencia sea posible. Un lugar donde niños y adolescentes sin padres pasan su vida hasta que alcanzan la mayoría de edad y pueden dejar el lugar para trabajar en una fábrica o algún destino similar.
A través de capítulos cortos y narrados por diferentes protagonistas, iremos conociendo a los diversos niños y adultos que viven en el orfanato. Uno de los personajes principales es Peter, un joven al que conocemos cuando a los nueves años presencia como su padre asesina a su madre e inmediatamente después se quita la vida. Nos reencontramos con Peter cuando es ya un jovencito de dieciséis años que lleva siete años viviendo en San Vicente y ahora es uno de los chicos mayores, una especie de figura paterna y de guía para los más pequeños. Un muchacho que se debate entre un futuro como sacerdote o junto a Grace, la hija del granjero que vive más cerca del orfanato donde viajan a abastecerse antes del invierno.
«En secreto alberga el deseo de que Peter permanezca en el orfanato; no como huérfano, sino como sacerdote. Como un padre para esos pobres niños maltratados que acuden a ellos heridos, olvidados, maltrechos, desechados».
Otro de nuestros narradores será el Padre Andrew, el más joven de los tres sacerdotes que cuidan de los niños. Un cura que tiene a Peter a modo de protegido, porque alberga la esperanza de que el jovencito se transforme en sacerdote y se quede en el orfanato como su ayudante. Un sacerdote que espera cambiar la estricta disciplina que impone el Padre Poole, un hombre severo que no duda en recurrir a la violencia para mantener el orden. El tipo de persona despreciable que abusa de su posición de autoridad con el fin de hacer cumplir las reglas.
Contaremos también con la narración del hermano Johnson, un hombre con un pasado oscuro que es el encargado de imponer la disciplina que dicta el Padre Poole. Una persona que no siente mucha empatía hacia los chicos a los que le toca cuidar. Nuestro último protagonista será David, el otro chico mayor del orfanato. Un jovencito que a diferencia de Peter no le gusta asumir su responsabilidad como guía de los más pequeños. Un chico que ha vivido en sus propias carnes lo extremo que pueden ser los castigos para los niños del valle.
«—No hablo de la carne, Padre —susurra, con los ojos levantados como para asegurarse de que ni Dios ni el Diablo se ciernen sobre él, escuchando—. Me refiero a algo más. Algo se ha apoderado de él».
La relativa tranquilidad en la que viven en el orfanato se verá interrumpida cuando una noche el alguacil llegue junto a tres ayudantes con una persona mal herida. Un hombre que resultó ser hermano del alguacil y al que encontró con extraños símbolos marcados en el cuerpo y cuando realizaban un oscuro ritual, uno que implicaba beber la sangre de una niña de tres años. Temiendo no solo por la vida, sino por el alma de su hermano, el alguacil lo llevó al valle buscando la ayuda del padre Poole. Aunque el herido terminó por morir de manera violenta, lo que sea que lo poseía no murió junto a él. A partir de esa noche, algunos de los niños empezaron a actuar de manera diferente.
Veremos cómo poco a poco la dinámica y el comportamiento de los huérfanos va cambiando, la manera en la que algunos que no se llevaban bien terminan por convertirse en inseparables. La forma en la que se transforman incluso sus personalidades: de cómo algunos pasan de ser solitarios o ser líderes, o el modo en que una sonrisa inquietante no se borra de sus caras. Así, sin saber muy bien qué está ocurriendo, algunos de los chicos saben que algo va muy mal. Antes de lo que podamos imaginar se desatará el caos y la muerte. Y será imposible saber si alguno de aquellos niños podrá sobrevivir, si hay espacio para la salvación entre tantos demonios.
«No solo veo chicos, sino sombras que revolotean. Se deslizan de un muchacho a otro, entrando y saliendo de sus cuerpos, descansando en los regazos, en las mesas, sobre los hombres».
Niños, demonios, posesiones, religión, amistad, amor, sacrificios… Los chicos del valle, de Philip Fracassi es un libro de terror que duele, que no solo nos hace sufrir ante el horror de las posesiones, sino por la vida de esos niños y todas las injusticias por las que tienen que pasar. Una novela que los mantendrá leyendo sin parar porque podemos intuir desde el inicio que el caos se desatará y luego solo queremos ver si alguien será capaz de sobrevivir a él. La historia viene acompañada de un excelente prólogo de Iván Ledesma, una espectacular cubierta obra de José Antonio Ávila y la traducción de José Ángel de Dios. Si están buscando un libro que nos hable de la pérdida de la niñez y el paso a la madurez mientras nos hace lidiar con posesiones infernales, le tienen que dar una oportunidad.
¿Han leído Los chicos del valle? ¿Les llama la atención?
Me ha encantado
ResponderEliminarEs inquietante pero maravillosa ♥ Yo también la disfruté mucho.
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