Si el primer relato de una colección hace que te estremezcas y que se te haga un nudo en la garganta, intuyes que estás ante un libro que te encantará. Si pasa lo mismo con cada cuento, sabes que acabas de descubrir una joya. Pero la obra que quiero recomendarles es una joya que corta, que duele, que te horroriza. Que te recuerda que el hogar, ese espacio que debería ser un refugio, no siempre lo es. Que a veces no es más que un lugar de pesadilla del que no puedes escapar cuando eres muy joven. Hoy quiero hablarles de Pelea de gallos, de María Fernanda Ampuero, una lectura brutal (en todos los sentidos).
«Papá era gallero y, como no tenía con quién dejarme, me llevaba a las peleas. Las primeras veces lloraba al ver al gallito desbaratado sobre la arena y él reía y me decía mujercita».
En este primer libro de cuentos, la escritora ecuatoriana nos trae trece relatos que son como trece puñaladas. A pesar de su brevedad, tiene 115 páginas, las historias están tan bien construidas que es imposible no sufrir y emocionarnos junto a sus protagonistas. María Fernanda Ampuero logra que cada narración sea única, dolorosa e inquietante. Y aunque trata temas muy duros como el abuso, lo hace sin que sea explícito, pero no por ello menos demoledor. A veces solo una frase es necesaria para que descubramos que esa adolescente que es nuestra protagonista no quiere regresar a casa porque allí no puede dormir tranquila.