¿Qué ocurriría si tuvieras un poder que no puedes controlar? ¿Cómo sería tener un don y no querer utilizarlo para hacer daño, aunque todos esperen a que lo hagas? ¿Qué implicaría crecer en unas tierras en conflicto constante con sus vecinos? ¿Vivir temiendo los poderes que los demás dominios puedan usar sobre ti y los tuyos? Para terminar con mis reseñas del #LeoAutorasOct de este año nada mejor que volver a leer a una de mis autoras favoritas. Hoy quiero recomendarles Los dones, de Ursula K. Le Guin, el primer libro de la trilogía de fantasía Anales de la Costa Occidental.
«Procedía de muy lejos al sur, más allá de Algalanda, donde las historias de las Tierras Altas son solo eso: historias, viejos rumores de las lejanas tierras del norte, donde vivían brujos malvados en montañas heladas y hacían cosas imposibles».
Esta es la historia de Orrec, un chico con los ojos sellados al que conocemos cuando tiene dieciséis años y un forastero llega a su aldea. Nuestro protagonista vive en las Tierras Altas, en un dominio en el que su padre es el brantor, es decir, la máxima autoridad del lugar porque su «don» es el más fuerte. En este mundo creado por Le Guin existen los dones, poderes que se heredan de padres a hijos y de madres a hijas, y que son diferentes según el linaje del que se proceda. Pero en las Tierras Bajas nadie cree ya en los dones de los pobladores del lejano norte, solo piensan que son historias de brujos que no tienen nada de verdad en ellas.