TerraLinde me conquistó por primera vez hace doce años. Poco antes de abrir el blog en noviembre de 2013, descubrí en Twitter un libro de hadas que no creían en los humanos y lo compré en cuanto tuve la primera oportunidad. Caí enamorada de sus carismáticos protagonistas y tanta fue mi fascinación que la novela entró en mi primer listado de mejores lecturas del año. Así que, cuando hace unos meses, tuve la oportunidad de leer de manera anticipada Conjura de Otoño, la novela con la que Concepción Perea nos llevaba de regreso a su fantástico mundo, decidí que tenía que releer el libro que les quiero recomendar hoy para el #LeoAutorasOct: La Corte de los Espejos. Reencontrarme con esta versión de Nicasia gruñona y enfadada, luego de haber descubierto su lado más inocente y esperanzado, se sintió aún más especial.
«A veces, pensaba que la ciudad no se llamaba “la Corte de los Espejos” por sus tejados relucientes al sol, sino por todos los engaños que escondía».
La novela cuenta con una gran cantidad de personajes, pero principalmente tiene dos protagonistas. La primera es Nicasia. Ella es una knocker, un hada ingeniera que se dedica a crear todo tipo de artilugios fascinantes. Desde medios de transporte (quizás no demasiado seguros, pero eficientes) hasta autómatas tan perfectos que algunos poseen incluso conciencia. Aunque esa es solo una parte de su vida, en secreto ella es también la Dama RecorreTúneles, la líder de la Hueste Invernal. El segundo es Dujal, un phoka (es decir, un hada que puede adoptar la forma de un animal). En su caso, el joven se transforma en un gato negro. Ambos viven en TerraLinde, un reino fantástico poblado por infinidad de razas de hadas y duendes. Un lugar donde la magia es tan común como respirar y en el que la inmensa mayoría de sus habitantes no creen que los humanos existan, pues pensar que hay un lugar sin magia es imposible para ellos.





