No se me ocurre mejor manera de empezar con el #LeoAutorasOct de este año que hablándoles de la nueva novela de una de mis escritoras favoritas: la fabulosa Kameron Hurley. Ya saben que no me cansaré de recomendarles su colección de ensayos La revolución feminista geek o la increíble y visceral Las estrellas son legión, pero hoy tengo otro libro que sumar a la lista: La Brigada de Luz. Una novela asombrosa que nos presenta una guerra interplanetaria en la que luchan soldados capaces de viajar en forma de luz.
“Quería ser la luz, estar con los salvadores, con los héroes. Cómo no.
Pero ante todo quería exterminar al enemigo”.
Conoceremos la historia de la mano de Dietz, una de las personas que, tras un brutal ataque perpetrado por los marcianos en Sao Pablo, uno que acabo con la vida de casi dos millones de personas, decide alistarse en el ejército corporativo Tene-Silvia para vengarse. Porque en ese futuro ya no existen los países, solo megacorporaciones que controlan todas las regiones de la Tierra que aún pueden albergar vida tras las brutales guerras o el cambio climático, así como también parte del Sistema Solar.
Dentro de esas corporaciones gigantescas no todas las personas tienen los mismos derechos. Solo los ciudadanos pueden disfrutar de todos los beneficios, incluyendo la asistencia médica o el derecho a votar. La gran mayoría se tiene que conformar con ser residentes, lo que les da acceso a trabajos precarios y peligrosos y poco más. Pero incluso esa inseguridad es mejor que ser un despojo y carecer por completo de la protección de las corporaciones, viviendo de los desechos de las ciudades y expuestos a que una simple cortada se convierta en una condena de muerte.
“Ser un despojo es pasar hambre. Vivir de los desperdicios ajenos. Rezar para que un catarro no se convierta en neumonía. Ser un despojo es saber cómo huele la gangrena. Es morir de un arañazo en la rodilla que se infecta. Es cagar en una zanja. Es comer bichos atropellados”.
Después de crecer como un despojo, y que sus padres se transformasen en residentes cuando era casi una adolescente, entrar en el ejército significa que tras un servicio de diez años Dietz podría ser una ciudadana más. Pero una década es mucho tiempo cuando se libra una guerra interplanetaria y los soldados son convertidos en luz para que puedan viajar a los diferentes frentes de manera rápida. Un invento que permite enviar soldados a Marte en doce minutos o hasta el cinturón de asteroides en menos de una hora.
Pero tras un duro entrenamiento, Dietz se da cuenta que no experimenta los saltos que la transforman en luz de la misma manera que los otros miembros de su pelotón. Un hecho que primero oculta ya que no es capaz de entender qué sucede. Y que luego sigue manteniendo en secreto porque pondría en riesgo su vida. Parece que no es la única persona que ha llegado desorientada tras un salto, pero esos soldados tienen tendencia a desaparecer, un destino que nuestra protagonista no desea compartir.
“Nos desmaterializamos como en esas antiguas series de televisión, pero no es rápido, no es indoloro y somos conscientes de ello en todo momento. Ya no tenemos cuerpo, estamos encerrados.
Somos haces de luz”.
En la primera parte del libro nos convertimos en testigos de lo que la instrucción obligatoria hace a Dietz y a sus compañeros. Como van quitándoles capa a capa su humanidad hasta transformarlos en máquinas de asesinar. En personas que ansían matar al enemigo, que lo hacen sin vacilación en busca de halagos y validación. Que están seguros e que se encuentran en el bando correcto, que quieren exterminar al otro, a los extraterrestres, porque ellos son los héroes. No todos consiguen pasar el atroz entrenamiento. Vivir todo el proceso junto a la protagonista te hace entender cómo funciona la psicología de la guerra y la deshumanización, propia y del otro. Es simplemente brutal.
Ya luego estaremos directamente en la guerra. Y nada de lo que les pueda decir los preparará para los horrores de los que Dietz será testigo. No será cómodo o bonito. La guerra nunca lo es. Pero si conocen a Hurley ya saben la crudeza y visceralidad que pueden tener algunas de sus escenas. Desde mi punto de vista, lo mejor será ver la lucha de Dietz por encontrar respuestas. Por buscar la verdad entre tantas mentiras. Creo que nunca la ciencia ficción militar fue tan poco militarista, lejos de exaltar la guerra, Hurley decide criticarla desde adentro.
“La guerra consistía en la aniquilación de la verdad. Todos los buenos dictadores y consejeros delegados lo saben”.
El libro está plagado de referencias a clásicos de la ciencia ficción, y entre las muchas cosas que la autora hace bien en la novela encontraremos que juega con la ambigüedad del lenguaje para hablarnos de su protagonista. No imagino lo difícil que fue la traducción del libro, pero el trabajo de Natalia Cervera es excepcional. Era una de las historias que más ganas tenía de leer y de nuevo la autora ha superado todas mis expectativas. Va directa a mis mejores lecturas del año.
Secretos, mentiras, viajes en forma de luz, destrucción, esperanza… La Brigada de Luz, de Kameron Hurley, es una novela asombrosa y adictiva que más que hablarnos de un futuro hipotético de guerras entre mundos y corporaciones, nos está hablando del presente. Del capitalismo y su voracidad. De las mentiras cómodas que nos contamos a nosotros mismos porque no estamos preparados para la verdad. Es una crítica feroz a la guerra y a un sistema que se sustenta con el dolor y los sueños de los más vulnerables. Ya no puedo hacer otra cosa que recomendarles que le den una oportunidad, no se arrepentirán. Hurley es una de esas voces que hay que escuchar.
¿Han leído La Brigada de Luz? ¿Les llama la atención?
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