Dulceagrio, de Stephanie Danler

Imaginen trabajar en uno de los mejores restaurantes de Nueva York, ser la chica nueva que llega de un pueblo pequeño sin ningún plan sólido, buscando encontrar su lugar en el mundo y escapando de un pasado del que prefiere no hablar. Dulceagrio es la ópera prima de Stephanie Danler y en ella nos cuenta la apasionante historia de Tess y de cómo su primer año en la cuidad la cambió para siempre.

“Una no asciende ni desciende. Una aguarda. Una es camarera”.

En esta historia, ambientada en el año 2006, conoceremos a Tess, una joven que con veintidós años y unos pocos dólares en la cartera, llega a la gran cuidad tratando de escapar de la vida monótona que llevaba en su antiguo hogar y se establece en una habitación en Brooklyn, decidida a visitar todos los restaurantes de Nueva York hasta conseguir un empleo. Aunque para la mayoría de las personas, ser camarero es una experiencia de la que muchas veces no se incluye en el currículo, un trabajo de paso mientras se persigue otro sueño (el de escribir, la música o el cine) para ella es un fin en sí mismo, porque aún no tienen claro qué es lo que quiere hacer con su vida en el corto o el largo plazo.

Es la primera sorprendida cuando tras una entrevista con las preguntas más inusuales y personales a las que haya tenido que responder, es contratada como ayudante de camarera en uno de los restaurantes más conocidos de Manhattan, uno donde el personal tiene años trabajando y parecen todos una especie de gran familia disfuncional con un objetivo en común, hacer que la experiencia de los invitados (pues allí no hay nada tan vulgar como un cliente) sea la más placentera posible para que siempre quieran volver.

«Dirigir un restaurante es como organizar un escenario. La credibilidad depende de los detalles. Controlamos cómo experimentan el mundo: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Eso empieza en la puerta, con la persona recepcionista y las flores»

Vemos cómo a medida que pasan los días y aprende el arte de servir, también va poco a poco educando su paladar, conoce no solo alimentos que nunca había probado antes como las otras o las trufas, o a disfrutar de las verduras y frutas de temporada, empieza también a estudiar y conocer los vinos, porque tiene una curiosidad casi infinita y muchas ansias de conocimientos. Son estas características las que la llevan a buscar la guía de Simone, la camarera más experimentada del restaurante, quien la toma como su pupila, pero no de forma totalmente desinteresada.

Pronto Tess experimentará las diferentes jerarquías que se esconden en el servicio y conocerá los secretos que ocultan sus integrantes cuando supera su período de prueba, viéndose de pronto aceptada en un mundo que empieza cuando acaba el turno y todos se toman la copa de después, la que incita luego al personal a ir un bar cerca del trabajo. Así el dinero ganado durante el día se ve de pronto gastado en alcohol y drogas, un ciclo que se repite diariamente.

“Nadie me preguntó si consumía cocaína. Ariel me preguntó si quería una raya y le dije que sí. «Lo he hecho» parecía ser lo mismo que «lo hago»”

En el restaurante además conoce a Jake, un atractivo camarero que trabaja en la barra sirviendo bebidas y sobre el que circulan toda clase de rumores, pero al que nadie parece realmente conocer, excluyendo a Simone, quien aparentemente es una vieja amiga de su familia y le había conseguido el empleo. Enamorarse perdidamente del chico misterioso de la barra parece inevitable, pero puede que sea el tipo de relación de la que nada bueno pueda salir.

No les voy a negar que la historia entre Tess , Jake y Simone me partió el corazón, verla implicarse en una relación tóxica donde tenía todas las de perder me hizo sufrir por ella, observar qué tan autodestructivos podemos llegar a ser sin darnos cuenta, siempre te hace reflexionar sobre dónde establecer los límites.

“Sabía que si conseguía que él me mirase, ambos dejaríamos de estar solos”.

Stephanie Danler logra mostrarnos la evolución de Tess, a la par que nos va contando los secretos mejor guardados de la restauración, cómo funcionan las dinámicas entre el personal de un gran restaurante, lo frenético que puede llegar a ser un servicio, el constante ir y venir de un empleo que parece fácil, pero que esconde mucho más. Podemos notar que escribe desde la experiencia, pues antes de ser escritora, Stephanie trabajó de camarera por siete años, y aunque no es una novela autobiográfica y su historia no es la de Tess, sus conocimientos se ven aquí reflejados, nos muestra lo diferente que es la vida del personal cuando disfrutan de su tiempo libre, mientras la ciudad y los que trabajan de 8 a 6, duermen.

No puedo sino invitarlos a que se dejen sorprender por Dulceagrio, por el estilo tan poético que tiene Stephanie Danler para narrar y hacer descripciones, no solo de lugares sino de sabores, y que descubran a Tess, una chica solitaria que está buscando su lugar en el mundo y debe aprender de las buenas y las malas experiencias para encontrarse a sí misma. Una historia fascinante que nos muestra una cara oculta del mundo de la restauración y que tras leerlo, te deja una sensación tan agridulce como su título.

¿Han leído Dulceagrio? ¿Les llama la atención?