¿Qué estarían dispuestos a sacrificar para poder volver a escuchar la voz de un ser querido que murió? Imaginen vivir en un pueblo en el que hay extraños rituales que le permiten a sus habitantes albergar la esperanza de oír a sus muertos. Un lugar repleto de misterios en el que extrañas esculturas y un agujero en el suelo (que parece no tener fondo) fueron lo que hicieron que el pueblo fuese fundado justo allí. Hoy quiero hablarles de Prácticamente Ruth, de Tyler Jones, una novela corta de terror bellamente escrita y tan llena de secretos que es imposible parar de leer.
«Hay un mundo detrás del mundo, y no entendemos cómo funciona, cómo se cuela a veces en el nuestro».
Dividido en tres partes, el libro nos cuenta la historia de Abel Cunningham, el enterrador de un misterioso pueblo en medio de la nada llamado Ashville. Un hombre felizmente casado que tiene 26 años lidiando con la muerte y ejerciendo su oficio, pero que está lleno de remordimientos. En el momento en el que lo conocemos despierta en medio de la noche porque el niño llama a su puerta solicitando su ayuda. Su padre ha muerto y necesitan de los servicios de Abel para enterrar el cuerpo. Este podría ser solo un día más en la vida del sepulturero si no fuese porque el hombre no murió por causas naturales, por una enfermedad o un accidente. El cuerpo al que debe dar sepultura es el de un suicida, y allí los procedimientos que necesita seguir nuestro protagonista son diferentes.
Hay reglas para ejercer su oficio si quiere que tanto el difunto como su alma encuentren el descanso eterno. Cubrir los espejos, esparcir sal, observar con cuidado en que dirección estaba orientada la cabeza del difunto, e incluso sacar el cuerpo con los pies de una manera específica para que el alma no se quede rondando y atormentando a sus familiares. Todos esos pequeños detalles que evitan que el mundo que está detrás de nuestro propio mundo (y que no conocemos o podemos observar) se cuele en el nuestro. La manera en la que el autor presenta todos esos rituales y reglas es tan fascinante como perturbadora.
«”La muerte no es una pérdida”, dijo la voz. “Es un lugar. Ven a verlo”».
Una de las características que hace único a Ashville es la llamada Festividad de las Piedras, un ritual que desde la fundación del pueblo por la acaudalada familia Burke llevan a cabo sus habitantes. Y aunque mucho se especula sobre su origen y nadie puede saber a ciencia cierta qué hay de verdad en las historias que se cuentan sobre cómo empezó, todos los habitantes del lugar van al cementerio y arrancan un trozo de lápida una vez al año para tirarla en el misterioso hueco sin fondo que hay en el bosque. Un agujero rodeado de unas extrañas esculturas de piedras que nadie puede tocar. Para luego regresar junto a la lápida y esperar a que los difuntos hablen con ellos una vez más.
Digamos que el arrepentimiento que siente nuestro protagonista por una pérdida que no ha logrado superar lo lleva a romper las reglas. Y su existencia se ve trastornada cuando el castigo por su trasgresión no le llega de manera directa, sino arrebatándole lo que le es más amado. Sin embargo, lo que nuestro protagonista descubrirá cuando reciba un encargo muy inusual es que hay algo más que cadáveres debajo del cementerio. Que la poderosa familia que fundó el pueblo lo hizo en ese lugar por unas razones muy específicas y oscuras. Una versión del viejo oeste bastante perturbadora y fascinante que descubrir paso a paso.
«Llena cada momento de significado porque todos avanzamos solos hacia la soledad».
Las tres partes que componen la novela están muy diferenciadas, me encanta el estilo del autor y como refleja el arrepentimiento de Abel, luego su dolor y su desesperación. Su soledad. El libro también incluye al final una cuarta parte llamada Despertar y que funciona como un relato independiente. Una precuela en la que podremos descubrir más de la familia fundadora de Ashville y de dos de los personajes que conocemos en Prácticamente Ruth. Como pasa con todos los libros de Dilatando mentes la edición está llena de detalles e ilustraciones, cuenta con la cuidada traducción de José Ángel de Dios y una maravillosa cubierta obra de José Antonio Ávila.
Fantasmas, pérdida, arrepentimiento, dolor, rituales, secretos… Prácticamente Ruth, de Tyler Jones es una novela corta maravillosa e inquietante que nos habla de la muerte y del arrepentimiento. De las cosas que seríamos capaces de hacer con el objetivo de volver a escuchar a nuestros seres queridos. Que nos muestra como la culpa y el dolor pueden cambiar una vida. Que nos lleva a un pueblo lleno de secretos y extraños rituales para descubrir que hay lugares donde las almas van a descansar y otros que son prisiones con el objetivo de que no logren salir. No les puedo decir que elementos sobrenaturales tiene la novela, para no caer en spoilers, pero seguro se sorprenderán por los seres bíblicos que encontrarán en sus páginas. A mí el autor me rompió el corazón y me fascinó. Puede que a ustedes les pase lo mismo si se sumergen en sus páginas.
¿Han leído Prácticamente Ruth? ¿Les llama la atención?
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