Me gustaría que leyeran el libro que les quiero recomendar hoy sin saber absolutamente nada de él para que lo puedan disfrutar por completo. Pero como puede ser insuficiente solo decirles que deberían ir a su librería más cercana y comprar El sueño de Escila, de Alfredo Álamo, porque es la novela más divertida y sorprendente que he leído últimamente, trataré de hablarles del libro sin revelarles demasiado. Porque la verdad es que no están preparados para abordar esa nave generacional y descubrir que lo que debería ser un viaje interestelar tranquilo no sale demasiado bien.
«Pero, al final, resultó que la Tierra había resuelto el viaje a mayor velocidad de la luz y la Escila no era más que una reliquia atrapada en un cambio de época. De hecho, Rigel IV llevaba décadas habitada y no tenía sitio para nuevos colonos».
El libro nos cuenta la historia de la Escila, una nave generacional que lleva a bordo a mil humanos criogenizados. Un transporte autosuficiente capitaneado por Navegación, una inteligencia artificial que se encarga de controlar que todo funcione a la perfección. Su objetivo es que la travesía de trescientos años que separa la Tierra de Rigel IV (que es el planeta que los pasajeros desean colonizar) transcurra sin problemas. El problema es que, mientras la Escila se acercaba lentamente a Rigel IV, en la Tierra lograron crear naves capaces de viajar a mayor velocidad que la luz, así que los tripulantes dormidos no tienen ahora un mundo al que llegar, porque su destino está ya colonizado y no hay espacio para más personas.
Durante el viaje, Navegación mantiene a todos los pasajeros criogenizados viviendo en realidades virtuales perfectas diseñadas por la IA. Mundos que van desde recreaciones del Londres victoriano de Jack el Destripador hasta la antigua Mesopotamia. Pasando por realidades virtuales llenas de monstruos y alienígenas a los que hay que asesinar para sobrevivir. Pero a falta de un planeta al que llevar a los tripulantes que viajan en la Escila, esos sueños artificiales son toda su realidad. Así que, cuando los servidores que mantienen a los humanos en sus estimulantes mundos electrónicos empiezan a fallar, será un grupo de los más inusual el que deberá impedir que los pasajeros mueran sin haber despertado de la criogenización.
«Pero allí estaba. Vivo. O, al menos, eso decía el manual de usuario. Aunque fuera una vida artificial, poseía la capacidad de tomar sus propias decisiones, siempre y cuando no fueran en contra de las normas corporativas y las directrices de control de la Escila. O las órdenes de Navegación. O las de 25. O de un pasajero. El listado de entidades capaces de restringir la voluntad de 126 parecía bastante largo para hablar de libre albedrío. Pero bueno, peor era la no existencia».
Una de nuestras protagonistas es Ana, una bibliotecaria que se embarcó a la Escila para colonizar Rigel IV y que terminó como sargento mientras cumplía su turno de defender a la nave de continuos ataques alienígenas. El segundo es Hunter, un investigador que en el mundo virtual ambientado en el Londres de Jack el Destripador se encargaba de seguir la pista al asesino en serie para descubrir su identidad. Otro de nuestros personajes principales es 126, uno de los respaldos de la inteligencia artificial que controla la nave. Una copia de seguridad que solo tiene poco más de la mitad de la integridad de IA original, y que se ve inmersa en toda la defensa de la nave cuando únicamente lleva “viva” un par de ciclos. Por último, tenemos a Navegación, la IA que controla todo y que decidió que, si los humanos a bordo no tienen un planeta al que llegar, él crearía el mejor mundo virtual para que no tuviesen que desembarcar.
No le puedo adelantar mucho más pero la novela está repleta de giros. Se puede decir que al inicio cambia casi completamente de capítulo en capítulo. Lo que empieza como un survival lleno de alienígenas insectoides, pronto se transforma en una lucha por la supervivencia mucho más real, pero no por ello menos aterradora o desafiante. Porque el virus que afecta los servidores de la Escila es una amenaza muy peligrosa a la que hacer frente. Y el equipo designado a salvarlos a todos no puede ser menos típico o alucinante. No es solo la construcción del mundo la que nos atrapa mientras leemos, sino también sus personajes, que están llenos de capas y secretos. Si tengo que resaltar solo uno, me quedaría con 126 y su particular sentido del humor, aunque Ana y Hunter también me conquistaron, cada uno a su manera. Ojalá tuviésemos más historias protagonizadas por este trío.
«Ese avatar estaba muerto de verdad. ¿Y la pasajera? ¿Qué le habría ocurrido? Es más, la pregunta que comenzó a atenazar la mente de Hunter era: “¿Qué me puede pasar a mí?”».
Naves generacionales, monstruos, virus, asesinos en serie, IA, mundos virtuales… El sueño de Escila, de Alfredo Álamo, es una novela corta llena de aventuras, secretos y de giros que la hacen adictiva. Que no solo tiene una ambientación muy cuidada, así como una narración muy visual, sino también unos personajes que harán que no quieras que se termine el viaje. Es una novela escrita con precisión que hace que con cada capítulo nuevo sea toda una sorpresa, nunca sabemos qué debemos esperar. Es lo primero que leo del autor, pero desde luego no será lo último. Si están buscando un libro que los sorprenda, esta mezcla de ciencia ficción, terror y humor que ha creado Álamo es justo lo que necesitan.
¿Han leído El sueño de Escila? ¿Les llama la atención?
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