In the Nevernever: La cinta Duncan, de Todd Keisling

La cinta Duncan, de Todd Keisling

23 septiembre 2024

 


¿Qué pasaría si intentas descargar un vídeo y terminas por mirar algo que nadie debería ver? Si eres un adolescente en los 90 que pretendía descargar un vídeo pornográfico y terminó con el metraje de un suicidio televisado. La muerte de un político que decidió acabar con su vida en medio de una rueda de prensa sin que nadie lo pudiera detener. Una grabación tan inquietante que tu vida nunca volverá a ser igual. Hoy quiero hablarles de La cinta Duncan, de Todd Keisling. Una perturbadora novela corta que se puede leer en una tarde pero que luego no podrás olvidar.

«El rostro muerto de este hombre me ha perseguido desde que tengo diecisiete años y ya no puedo más. No soporto la mirada vacía en sus ojos o el modo en el que parece acusarme. Condenarme».

Lo primero que hay que aclarar, tal y como hace el autor en la nota con la que inicia el libro, es que La cinta Duncan «contiene y trata en detalle descripciones gráficas de suicidios». Es una historia oscura y dolorosa que, si estás pasando por un mal momento quizás no deberían leer, al menos no sin saber qué es lo que encontrarán. Una novela corta que como se nos explica en el epílogo con el que cierra tiene tintes autobiográficos, porque, entre otras cosas, el escritor al igual que los protagonistas del libro vio el vídeo del suicidio de un político acusado de corrupción. Es una novela que el autor escribió a modo de terapia para exorcizar sus propios demonios cuando estaba de baja y pasaba por un brote severo de depresión y ansiedad.

El libro nos cuenta la historia de tres amigos Robby, Jordan y Danny, tres hombres que vieron la manera en que sus vidas se truncaron cuando solo tenían diecisiete años y descargaron por error un vídeo que los marcó para siempre. La novela corta inicia con Robby leyendo la carta de suicidio de Danny, y encontrando las notas que el que era su mejor amigo en el instituto (al que no ve desde que estaba en la universidad) le deja para explicarle cómo el rostro del hombre muerto al que vieron suicidarse en un vídeo en 1998 no lo ha dejado de acosar.

«Nunca había visto morir a nadie, mucho menos quitarse la vida a propósito, y la atracción de presenciar algo por primera vez venció al pánico absoluto que sentía mis entrañas».

A través de los diarios de Danny y de los comentarios que hace Robby descubriremos cómo lo que debió ser una noche más para esos tres adolescentes jugando en el ordenador y descargando por curiosidad un vídeo porno, aprovechando que tenían Internet y unos padres que no los supervisan, los condena a una existencia miserable. Porque no es solo que ven por error a un hombre quitarse la vida. Sino que ese hombre muerto primero los acosará en sueños, pero despúes lo hará incluso aunque estén despiertos. De manera que no solo perderán el descanso, sino que la vida diaria se volverá una tortura.

Digamos sin entrar en demasiados detalles, ya que por la extensión del libro es fácil revelarles demasiado, que quizás esos tres adolescentes no serán los únicos que sufran por el vídeo. En su afán por descubrir cuál es el origen de la grabación y quién es el hombre que aparece en ella, terminarán por involucrar directa o indirectamente a más de sus compañeros de instituto. Ese lugar donde solo eran tres frikis a los que les gustabas los ordenadores y los vídeos juegos. Debido a que, a veces, encontrar respuestas tiene un precio más alto de lo que nadie puede esperar.

«Éramos personas morbosas en un cementerio, excavando la tumba de un hombre muerto para pasar página. Nunca consideramos que tal vez él quisiera permanecer enterrado».

Las descripciones que hace el autor sobre ser un adolescente en los 90 son tan reales que es imposible no sentir que es una historia que de alguna manera te toca de cerca. Especialmente sí como yo también los vivieron en primera persona. Agradezco a la María Teresa del pasado por no caer en la tentación de entrar más veces en sitios como rotten punto com estando con mis amigos (una vez fue más que suficiente) porque hay imágenes que te pueden perseguir para siempre. Keisling transforma con maestría el visionado de un vídeo en una historia tan aterradora que es imposible que no les den escalofríos. Es tan visual en sus descripciones que es muy fácil imaginarse el libro como una película de esas que te hacen saltar continuamente y querer mirar solo un poco entre los dedos mientras te cubres la cara con las manos.

Vídeos malditos, leyendas urbanas, curiosidad, adolescencia, pérdida, fantasmas, amistad y futuros truncados… La cinta Duncan, de Todd Keisling es una novela corta perturbadora pero muy necesaria. Una que nos habla de la depresión y del suicidio desde la óptica del terror y lo hace de manera fenomenal. Es impresionante lo mucho que conectas con sus personajes a pesar de su extensión tan corta. Como siempre la edición de La biblioteca de Carfax está cuidada con mimo, con la excelente traducción de Shaila Correa y la inquietante ilustración de la cubierta obra Ana Galvañ. Además, el libro viene acompañado por un epílogo del autor que les hará disfrutar aún más de su historia. Las novelas cortas que están publicando en la colección Deméter son de las que no se deberían perder. Yo me quedo con muchas ganas de descubrir más novelas del autor, y creo que les pasará lo mismo si se animan a leerlo.

¿Han leído La cinta Duncan? ¿Les llama la atención?

PD: si están pasando por un momento duro en España pueden llamar al 024 las 24 horas del día, todos los días de la semana y encontraran ayuda.

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