No sé cómo empezar esta reseña. Terminar una trilogía tan potente como La guerra de la amapola me ha dejado el corazón un poco roto y el tipo de vació que solo nos dejan las grandes historias. Esas que consiguen emocionarnos en cada etapa del camino. Empecé el año leyendo el primer libro y a los pocos meses tuve que ponerme con el segundo porque no podía dejar de pensar en la historia de Rin y en su destino. Así que ahora que la tercera novela había llegado a las librerías sumergirme en sus páginas era inevitable. Por eso hoy para el #LeoAutorasOct quiero recomendarles El dios en llamas, de R. F. Kuang. Un final épico para una saga que se ha convertido en una de mis favoritas y que ha confirmado que quiero leer absolutamente todo lo que publique su autora. Un libro que nos llega con la traducción de Patricia Henríquez.
«Ya le había fallado una vez al sur. No volvería a hacerlo».
Nos reencontramos con Rin a los pocos meses de lo acontecido tras el final del segundo libro. Así que si todavía no han leído La guerra de la amapola o La república del dragón y no conocen esta fantasía épica que reimagina la historia de China con el objetivo de combinarla con dioses y monstruos, es mejor que paren de leer esta reseña. Que si bien no incluye spoilers de El dios en llamas sí que puede contener detalles de las novelas anteriores que es mejor que descubran al leer. Les dejo por aquí mis reseñas del primer y segundo libro a fin de que conozcan la razones por la que deberían correr a su librería de confianza para darles una oportunidad.
(Ilustración Angela Wang para la edición de Subterranean Press).
Dividida en tres partes la novela nos presenta a una Rin que se ha aliado con la Coalición Sureña y que ansía tener una responsabilidad real con el objetivo de proteger a la gente del sur. Ese parte del pueblo de Nikara a la que Rin siente que dejó abandonada durante demasiado tiempo. Porque realmente a los aristócratas del norte nunca les ha preocupado el destino del sur, de esos ciudadanos pobres y de piel oscura a los que han permitido que los de la Federación aniquile sin consecuencias porque no eran importantes a nivel estratégico. Ni lo suficientemente ricos como para que valiese la pena el esfuerzo. Personas a las que se podían sacrificar mientras se formaba la ansiada República.
«¿Quién decidía quiénes eran considerados humanos y quiénes no?... Tal vez ninguno fuera realmente una bestia. Tal vez esa fuera la única forma de conseguir ser capaz de matar a alguien. Si se le arrebata la humanidad a una persona, entonces era posible asesinarla».
Digamos que Rin toma decisiones cuestionables pero indispensables para conseguir que la Coalición Sureña le de un ejército que le permita liberar finalmente al sur de los soldados de la Federación que al perder a su país se habían escondido entre esos pueblos y cometido todo tipo de atrocidades. Que habían aniquilado regiones enteras y esclavizado a otras tantas. Pueblos a los que nadie consideraba que fuese conveniente proteger, porque los recursos y los militares eran escasos. Aunque Rin sabe que sus enemigos principales son Vaisra, Nezha y su República aliada con los occidentales, liberar a la gente del sur es su prioridad. Rin tiene claro que solo su gente puede ayudarle a derrotar a la recién formada República. Así que acabar con la ocupación y devolverle la libertad a su pueblo debe ser su primer movimiento. Una deuda que tiene pendiente con el lugar que la vio crecer y al que nunca pensó que volvería.
(Ilustración Angela Wang para la edición de Subterranean Press).
Aunque no será fácil, Rin jamás ha liderado a un ejército en la vida real. La teoría que estudió en Sinegard puede que no se ajuste por completo al tipo de contiendas a las que tendrá que hacer frente en el sur para liberarlos. Adaptarse, cambiar y aprender será lo que le permita tener una mínima posibilidad cuando luego de eliminar a los mugeneses de la federación le toque enfrentar batallas que parecen imposibles de librar frente a un enemigo con más hombres y recursos. Uno que cuenta con unos poderosos aliados que les suministran dirigibles, armas de fuego y tecnología con la que Rin nunca se ha enfrentado. Aliados poderosos pero que subestiman el poder de los dioses, especialmente del fénix que acompaña a Rin y que la hace una fuerza a la que hay que temer. Ya que aunque hesperia odie y tema a los chamanes como nuestra protagonista, puede que solo ellos puedan equilibrar la balanza en una guerra tan desigual.
«No pertenezco a la élite sinegardiana. Soy una zorra esperiliana, salvaje y con la piel del color del barro que borró a un país entero del mapa. Y, a veces, cuando me enfado demasiado, acabo estallando».
Sin entrar en spoilers digamos que a Rin no le faltará crecimiento o aliados, pero también muchas traiciones. Porque la gente en el poder tiende a subestimarla por ser una mujer joven. Una esperiliana de piel oscura con poca experiencia. Además, a nuestra protagonista la han usado y traicionado demasiadas veces por querer tener alguien al que seguir y que tome las decisiones difíciles por ella. Sin embargo, cuando empieza a liderar tomando el tipo de resoluciones que le aseguren conseguir sus objetivos (por despiadadas que sean) puede que tenga una oportunidad de vencer. Y verla transformarse poco a poco nos dejará un sabor agridulce.
(Ilustración Angela Wang para la edición de Subterranean Press).
Tener al dios fénix de su parte hace de Rin una fuerza de la naturaleza. Una enemiga a la que todos deberían temer. Así que apoyada por la gente del sur que poco a poco la empieza a adorar, puede que la esperiliana quizás esté en posición de presentar batalla a la República. Pero cuál será el precio que nuestra protagonista deberá pagar para ganar esa guerra, para obtener una victoria que sea definitiva. ¿Qué será suficiente para ese dios vengativo que la ha mentido viva pero solo quiere ver el mundo arder? Kuang no solo nos presenta un país en guerra en el que hay que tomar decisiones imposibles una y otra vez a fin de vencer, sino también las consecuencias de todas esas decisiones desesperadas que hay que tomar. Y la manera en la que lo hace es magistral.
«La guerra no terminaba, no de una forma tan tajante. Solo seguía acumulando pequeñas heridas, una encima de otra, hasta que todas reventaban otra vez y se transforman en nuevas heridas en carne viva».
Dioses, guerra, traiciones, alianzas, decisiones imposibles, sacrificios… El dios en llamas, de R. F. Kuang es un cierre de trilogía espectacular que me dejó el corazón roto, aunque solo puedo aplaudir porque posee un final coherente con el desarrollo de sus personajes. Si bien es cierto que la segunda parte del libro no tiene el ritmo frenético de los otros dos tramos, no deja de ser una novela adictiva que aunque cuenta con casi ochocientas páginas no podía parar de leer. Es un libro lleno de crítica social que pone el foco no solo en las consecuencias de la guerra y el colonialismo, sino también en las injusticias que se cometen para ganar un conflicto y los sacrificios que tenemos que hacer a fin de no transformarnos en monstruos en situaciones imposibles. Si están buscando fantasía épica que los emocione tienen que darle una oportunidad a La guerra de la amapola. Una trilogía que va directa a mis favoritas de todos los tiempos.
¿Han leído El dios en llamas? ¿Les llama la atención?
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