Imaginen despertar un día y descubrir que no estamos solos en el universo, que hay muchas otras especies sintientes y que tenemos que pasar una prueba para demostrar que merecemos vivir y que se nos considere como tales. ¿Qué ocurriría si el destino de toda la humanidad estuviese en tus manos? Si de la noche a la mañana te ves arrancado de la Tierra para que cantes en el escenario más grande de la galaxia y de tu actuación dependiera la supervivencia de todos los seres humanos. Hoy quiero hablarles de Space Opera, de Catherynne M. Valente. Una novela de fantasía galáctica, musical y queer que es un cruce entre La guía del autoestopista galáctico con el glamour y la purpurina de Eurovisión.
«La gente que quedaba sabía que la galaxia no soportaría otra segunda ronda de algo así. Tenían que hacer algo. Algo alocado y real y brillante. Algo que uniese todos los mundos rotos en una única civilización. Algo significativo. Algo enriquecedor. Algo grandioso. Algo hermoso y estúpido. Algo terrible, gloriosa, magistral e innegablemente típico de la gente».
En el maravilloso universo creado por Valente, las Guerras de la Sintiencia casi aniquilaron a la galaxia y estuvieron a punto terminar con el concepto de vida inteligente. Para evitar que algo así se volviese arrepentir crearon un concurso el Gran Premio Metagaláctico, en el que una vez cada ciclo, todas las civilizaciones galácticas que sobrevivieron a las guerras se enfrentan a través de una competencia de canto.