¿Qué pasaría si eres parte de la yakuza y hay un encargo que no sale como esperabas? Si para cumplir tu misión tienes que secuestrar a un luchador retirado protegido por el clan enemigo y llevarlo a las montañas. Capturar a un guerrero que tiene un pasado turbio y lleno de leyendas. ¿Y si no eres más que un alcohólico en rehabilitación empleado para ejercer la violencia pero presientes que este trabajo no es como los demás? Hoy quiero hablarles de El hombre sin nombre, de Laird Barron, la nueva novela corta de la colección Deméter de La biblioteca de Carfax. Una historia en la que la violencia de la yakuza se mezcla con el horror lovecraftiano.
«Hacía mucho tiempo que Nanashi había aprendido a “hacer lo que diga la Familia”. Era así de sencillo. Solo una vez había discutido la sabiduría de sus mayores. Le hicieron cortarse el meñique a la altura del segundo nudillo como recordatorio».
Dividida en dos partes, la novela de poco más de cien páginas nos cuenta la historia de Nanashi, un hombre de treinta y tres años que antes de empezar a trabajar en el clan Grulla era un alcohólico que vivía en las calles. Después de que la banda lo acoge y lo rehabilita, su trabajo es ejercer la violencia. Cumplir órdenes sin cuestionar a los mayores que dirigen todo. Porque en el submundo oscuro y criminal de Japón los clanes se disputan los territorios y los negocios. Siempre hay una deuda que cobrar, hombres a los que hay que hacer desaparecer.
En pleno cambio de poder dentro del clan y con un nuevo Jefe como líder de los Grullas a Nanashi le encargan una misión: secuestrar a Muzaki, un famoso luchador retirado que se encuentra bajo la protección del clan Dragón. Ese exluchador célebre por su violencia y por su pasado lleno de misterios le parece a Nanashi una muy mala elección como objetivo. Empero, ya que nuestro protagonista no está en una posición que le permita cuestionar las órdenes del nuevo jefe, no tiene más elección que ponerse manos a la obra. Aunque sabe que si algo sale mal una guerra abierta con el clan Dragón será tan inevitable como mortal.
«Siete años de violencia le habían granjeado una segunda piel más gloriosa que aquella con la que había nacido. Nanashi fantaseaba sobre lo que le costaría quitarse esas capas, pinchazo de aguja a pinchazo de aguja. Se preguntó cuánto de él mismo permanecería debajo».
Nanashi y su cuerpo completamente tatuado no disfruta realmente ejerciendo la violencia, aún así posee un instinto que lo hace implacable y mortal en la batalla. Sin estar muy seguro de lo que pasará y teniendo extrañas pesadillas mientras se encuentra en las montañas aguardando nuevas órdenes para saber qué hacer con Muzaki, descubriremos que el guerrero retirado esconde secretos que harán que nuestro protagonista se cuestione todo lo que cree conocer. No solo acerca de sí mismo, sino también sobre el mundo. Especialmente con respecto a todo el horror que esconde y a su maldad.
Lo que empieza como un viaje en carretera hacía las montañas para esconder a un hombre secuestrado, terminará por desatar una violencia tan rápida como letal. Una lucha en la que nuestro protagonista tendrá que tomar partido en más de una ocasión y cuestionarse su lealtad. El submundo de la yakuza que Barron nos presenta solo se volverá aún más aterrador y opresivo cuando el verdadero horror, uno más antiguo, haga su aparición. Pero no les adelanto nada más para que puedan descubrirlos por ustedes mismos.
«La violencia, su preparación y su desenlace eran su meditación».
Yakuza, secuestros, violencia, pesadillas, laberintos, secretos, horror… El hombre sin nombre, de Laird Barron es una novela corta que se mete debajo de la piel. El tipo de historia que se disfruta en cada paso del camino. Que va creciendo hasta que estalla repleta de brutalidad y de un horror primigenio que va mucho más allá de los asesinatos sangrientos (que también los hay). La traducción de Antonio Rivas es excelente, y la cubierta ilustrada por Sequeiros es tan sugerente como la historia que los espera en su interior. Cada una de las novelas cortas que han publicado hasta ahora en la colección Deméter es tan original como única. Es lo primero que leo de Barron, pero me he quedado con muchas ganas de más.
¿Han leído El hombre sin nombre? ¿Les llama la atención?
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