Empecé el año leyendo La Guerra de la Amapola, el inicio de una trilogía de una autora que me conquistó con Babel y Amarilla y con esa primera entrega me volvió a alucinar. Si bien quería espaciar más las lecturas para que luego la espera por el último libro no se me hiciese tan larga, teniendo la segunda novela en casa era una verdadera tortura no sumergirme en sus páginas para descubrir como seguían las aventuras y desventuras de Rin. Por eso hoy quiero hablarles de La república del dragón, de R. F. Kuang. Una segunda entrega que nos lleva de nuevo a ese mundo fantástico lleno de dioses y magia en el que una guerra acaba de terminar solo para que una nueva y sangrienta guerra la sustituya.
«La rabia era un escudo. La ayudaba a no tener que pararse a recordar lo que había hecho, porque, siempre y cuando estuviera cabreada, todo iría bien. De esa forma, actuaba de un modo razonable. Temía acabar desmoronándose por completo si dejaba de estar enfadada».
La república del dragón es una continuación directa de La Guerra de la Amapola. Así que si aún no se han adentrado en la trilogía fantástica de Kuang, es mejor que no continúen leyendo porque esta reseña no contiene spoilers del segundo libro, pero sí que les puede adelantar parte de lo que ocurre en el primero. Si no conocen estas novelas nominadas a los premios Hugo, Nebula y World Fantasy que mezclan fantasía y dioses con la historia de China de manera espectacular, tienen que darle una oportunidad. Les dejo mi reseña de La Guerra de la Amapola por aquí con el propósito de que luego puedan ir a su librería de confianza y perderse en sus páginas.
La novela empieza tres meses después de lo narrado en La Guerra de la Amapola. Nos reencontramos con Rin que sobrevive torturada por sus acciones y que ahora tiene un único objetivo: asesinar a la emperatriz Su Dají, la Víbora. La última superviviente de la Tríada y la traidora que había vendido a su pueblo a la Federación. Rin no solo tiene que tratar de sobrevivir al Fénix, ese dios hambriento que le da su poder pero que la tortura dentro de su cabeza, exigiendo siempre más y más destrucción. Sino que con el objetivo de acallar la voz del dios se ha vuelto una adicta al opio. Una sustancia que primero consumió para superar el duelo, y a fin de no recordar las consecuencias de todo lo que tuvo que hacer para acabar ella sola con la tercera Guerra de la Amapola.
«—Si crees que no vas a poder con él, entonces es mejor que mueras —dijo Chaghan— Porque el dios te corroerá. Convertirá tu cuerpo en un conducto y le prenderá fuego a todo, no solo a civiles y a Unegen, sino a todo el mundo a tu alrededor, a todo aquello que alguna vez has amado o te ha importado.Y una vez que hayas reducido el mundo a cenizas, desearás poder morir».
Junto a los Clike, ese escuadrón con miembros con poderes de los dioses que ahora Rin debe comandar, nuestra protagonista espera poder asesinar a la emperatriz. Pero contando solo con nueve personas es imposible enfrentarse y vencer al Imperio. Por eso Rin primero se alía con Moan, la reina de los piratas, y se encuentra llevando a cabo una misión con el fin de obtener su ayuda cuando aparece el aliado que verdaderamente necesitaba: Yin Vaisra, el Jefe Militar del Dragón. El general quiere que Rin se convierta en la figura clave que lo ayude a asesinar a la emperatriz para transformar el Imperio Nikara en una república.
(Ilustración de Angela Wang para la edición especial del libro de Subterranean Press).
Aunque con al tercera Guerra de la Amapola recién terminada, embarcarse en una guerra civil que enfrente a las provincias que se unan al Jefe del Dragón contra las que permanezcan leales a la emperatriz parece una locura, Rin está convencida de que la soberana merece morir por su traición y, si bien, nunca se había parado a pensar realmente qué pasaría con el imperio una vez que su dirigente muriese, establecer una república democrática puede ser la mejor opción para ese pueblo que una y otra vez ha tenido que sufrir por las acciones y el egoísmo de sus gobernantes.
«Ahora mismo eres la criatura más poderosa de ese mundo. Tienes la capacidad de comenzar guerras o ponerles fin. Podrías llevar a este Imperio hacia una nueva y armoniosa era, y también podrías destruirnos. Lo que no puedes hacer es ser neutral. Cuando se tiene un poder como el tuyo, tu vida no te pertenece».
Digamos que aunque Rin únicamente quiere ver cumplida su venganza, se terminará por aliar con el Jefe del Dragón. Sin embargo, lo que debería ser solo un único golpe para hacerse con el poder del Imperio, terminará por convertirse en una nueva guerra que ahora no se librará enfrentádose a los extranjeros de la Federación, sino contra el mismo pueblo de Nikara. Luchando con todas esas regiones que prefieran permanecer leales a la emperatriz. Y aunque parece un objetivo imposible para los aliados del Jefe del Dragón, digamos que el general se guarda una carta, la ayuda de los hesperianos. Esa potencia extranjera que de momento solo son observadores pero que cuentan con las armas, la tecnología, los navíos e incluso las aeronaves que podrían cambiar para siempre el conflicto. Pero que se niegan a intervenir hasta que la alianza no demuestre que puede autogobernarse cuando llegue el momento.
Los hesperianos creen que existe un único dios y que personas como Rin son solo agentes del caos, por eso quieren estudiar a la chica con el objetivo de tratar de entender su poder. Al fin y al cabo, para ellos Rin es únicamente una aberración que no debería existir. Así que temiendo que su negativa a dejarse estudiar por los extranjeros condene a Nikara a seguir bajo el yugo de la emperatriz, nuestra protagonista accede a dejarse estudiar por uno de esos científicos que lo hacen todo en nombre de su dios único (en su religión los científicos y los sacerdotes son lo mismo). Aunque Rin no puede evitar revivir el horror que ya vivió cuando esos mismos estudios se trataron de hacer a la fuerza por parte de la Federación. Todo ello mientras tiene que librar una guerra que parece imposible de ganar y esconder a los otros miembros de los Clike de los extranjeros, a fin de que no sean sometidos ellos también a su escrutinio.
«Sabía que era un monstruo. No podía seguir negándolo. Se estaba autoflagelando por haberse convertido en eso».
Dividido en tres partes, el libro nos llevará por una montaña rusa llena de culpa, rabia, y dolor. Kuang no hace sino ampliar ese mundo y meternos de nuevo junto a sus protagonistas en una nueva guerra que parece aún más despiadada de la que acaban de sobrevivir. No solo exploraremos más de Nikara y viajaremos a la provincia del Dragón para ver algunas de las consecuencias de la tercera Guerra de la Amapola, sino que tendremos la oportunidad de conocer incluso más de cómo la triada y la emperatriz obtuvieron sus poderes en primer lugar. La autora, además, nos lleva a descubrir más sobre Nezhan, ese joven que primero fue el rival de Rin en la academia, y luego se convierte en su amigo. Ese guerrero privilegiado e hijo del Jefe del Dragón al que Rin casi ama y odia con la misma intensidad, y que esconde muchos más secretos de los que nadie puede imaginar. Sin hablar de lo interesante que me parece esa versión de cristianismo creado por la autora en ese mundo fantástico tan alucinante.
(Ilustración de Angela Wang para la edición especial del libro de Subterranean Press).
Guerra, dioses, chamanes, culpa, rabia, secretos, intrigas, adicciones, traición, revolución… La república del dragón, de R. F. Kuang es un libro trepidante que no solo amplía el mundo que ya conocimos, sino que le otorga más profundidad a sus personajes. Veremos a Rin en una ruta en la que el dolor y el peso de las consecuencias de las decisiones que tomó le lastran hasta casi matarla. Sin embargo, nuestra protagonista no se rendirá para poder cumplir con su venganza, aunque puede que nada sea como ella esperaba. De nuevo la edición en tapa dura, con sobrecubierta y los cantos pintados es bellísima. Y cuenta con la traducción de Patricia Henríquez. Esperar por el tercer libro será una tortura, me gustaría poder seguir leyendo del tirón el final de la historia, todo apunta a que nos espera un cierre grandioso (aunque quizás suframos por el camino). Si están buscando fantasía épica alucinante y llena de crítica social tienen que darle una oportunidad.
¿Han leído La república del dragón? ¿Les llama la atención?
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