Hay argumentos que me pueden vender un libro con una sola línea: ¿Y si Westworld se combinara con Disney World? Imaginen qué pasaría si las princesas de los parques al estilo Disney no fuesen chicas disfrazadas sino unos híbridos humano/máquinas diseñadas para cumplir con las fantasías de los visitantes. ¿Qué ocurriría si uno de esos androides tan realistas y programados para no mentir fuese capaz de cometer un asesinato y negase haberlo hecho? Ese es el intrigante argumento de la alucinante historia de la que les quiero hablar hoy: El Reino, de Jess Rothenberg. Un libro que nos llega en una cuidada edición de Nocturna y con la traducción de I. C. Salabert.
«En el Reino —mi Reino—, ser felices para siempre es el único final que existe».
En la novela conoceremos a Ana, una de las siete fantasistas que viven en El Reino, un parque temático que contiene atracciones alucinantes: desde la montaña rusa más alta del mundo, hasta las únicas pistas de esquí con nieve real que quedan en el planeta. Pasando por atracciones virtuales de todo tipo, y una cantidad cada vez mayor de animales extintos que vuelven a la vida gracias a los laboratorios de bioingeniería que hay en el parque.
Eso sin contar con los ejemplares de animales que no existen en la naturaleza y que ellos mismos crean mediante ingeniería genética, como los caballos alados. Laboratorios en los que diseñaron también a las fantasistas: unas autómatas que tienen un cuerpo que parece completamente humano y que es un híbrido de carne y metal. Princesas animatrónicas de apariencia perfecta, programadas para que entretengan y complazcan a los visitantes del parque. Creadas con el fin de que cumplan sus fantasías.
«Somos preciosas. Somos amables. Somos de colores tan variados como el arcoíris, creadas para celebrar la solidaridad internacional y reflejar el mundo diverso en el que vivimos. Nos encanta cantar, sonreír y ofrecer experiencias. Nunca alzamos la voz. Nuestra prioridad siempre es complacer. Nunca decimos no a menos que sea eso lo que quieres oír. Tu felicidad es nuestra felicidad».
El libro empieza cuando descubren un cadáver en El Reino. En el momento en el cuerpo de Owen, uno de los trabajadores del parque, es captado por las cámaras con signos evidentes de que ha sido asesinado. Y todo apunta a que es Ana, una de las fantasistas, la que ha cometido el crimen. Así, mediante fragmentos del pasado, mezclados con partes del juicio y los testimonios allí presentados, que descubriremos paso a paso qué pudo haber llevado a un androide programada con la finalidad de complacer y sin la capacidad de mentir, a cometer un asesinato y negarlo.
Es precisamente rememorando el pasado de Ana que descubriremos cómo funciona El Reino y los muchos secretos que esconde. La manera en la que las fantasistas son tratadas, así como el destino de esos animales híbridos y extintos que se encargan de revivir, en teoría, con fines puramente altruistas. Ir recorriendo el parque con sus muchas atracciones y desentrañar sus muchos secretos es adictivo. Y aunque es fácil imaginar parte de la oscuridad que se esconde en ese lugar lleno de luz y fantasía, hay más de la que en un principio podríamos creer.
«Pero las historias pueden desaparecer. Las historias pueden reescribirse. Moldearse. Reinterpretarse»
Androides, princesas, animales extintos, un parque creado con la finalidad de hacer realidad todos tus sueños, un asesinato… El Reino, de Jess Rothenberg es una novela llena de secretos y de crítica social. Que no solo nos plantea el dilema ético de crear híbridos humanos/máquinas para complacer nuestros deseos, o revivir especies con el objetivo de entretenernos, para que sean una atracción más en un parque sin importar su bienestar. Sino también pone foco a los roles de género, esos que se imponen a las mujeres: a la manera en la que se nos educa para complacer, no levantar la voz, no molestar. Si están buscando una historia adictiva y llena de giros, tienen que darle una oportunidad.
¿Han leído El Reino? ¿Les llama la atención?
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