¿Qué pasaría si el día que inicia el apocalipsis ya todo tu mundo interior estuviese destruido? Si fueses una mujer que ha encontrado a su hijo asesinado a manos de su propio padre, porque descubrió su verdadera naturaleza. Si fueses una persona que ha crecido en un mundo que teme tu poder y te considera un monstruo, que ha vivido con miedo ocultándose, pero que ya no tiene razones para hacerlo. Bienvenidos a La quinta estación de N. K. Jemisin, el libro ganador del premio Hugo 2016 a la mejor novela y que es sin duda, de ahora en adelante, uno de mis favoritos de todos los tiempos.
“Empecemos por el fin del mundo. ¿Por qué no? Superémoslo y pasemos a cosas más interesantes”.
Con esa frase empieza la novela de Jemisin, hablándonos de Essun, una mujer de cuarenta y dos años que descubre que su marido ha asesinado a su hijo de tres años, el mismo día que empieza el fin del mundo, algo que es tristemente común en un lugar como la Quietud, el único continente de ese mundo que sufre temblores continuamente y en el que sus habitantes viven preparados para el desastre, porque cada pocos cientos de años sufre cataclismos que acaban con casi todo. Podría parecer solo el inicio de una nueva quinta estación, esas en la que las cenizas cubren al cielo durante algunos años y hace que solo los que estén bien capacitados sobrevivan, pero ese es su error, pensar que ésta es una quinta estación como las anteriores y no la definitiva, la que acabará con todos.
¿Pero qué lleva a un padre a asesinar a su hijo? Eso es algo que Essun solo puede suponer, pero nunca justificar. Quizás el que había sido su esposo durante diez años descubrió que su hijo era como ella, un orogen, personas capaces de prevenir de forma instintiva los temblores desde que son bebes, pero que también pueden provocarlos de forma premeditada o cuando pierden el control, lo que los hace ser temidos y odiamos por todos los habitantes de la Quietud, que no los consideran humanos y los asesinan en cuanto los descubren o los entregan al Fulkro, un lugar donde son entrenados desde niños para poder utilizarlos en beneficio del imperio.
“Inverno, primavera, verano, otoño. La muerte es la quinta, y la que las controla a todas”.
Esuun es madre también de una niña llamada Nessum, y al principio cree que su marido también la había asesinado, pero cuando descubre que él partió acompañado por la niña de su comu, que es como se llaman los pueblos en la Quietud, decide seguirlo para salvarla, para vengarse. Pero no será fácil, los caminos están repletos de personas buscando una comu donde refugiarse para resistir la nueva estación, sobrevivientes de los alrededores de Yumenes, el lugar donde se abrió la grieta roja que dividió el continente, de donde brota la ceniza que ahora llueve en todas las regiones, el epicentro del caos provocado, porque no fue algo natural lo que causó la grieta.
En paralelo, también iremos conociendo las historias de Damaya y de Sienita, una niña y una joven que terminan teniendo en el Fulkro su hogar, si es que un lugar que es poco más que una prisión puede considerarse así. La primera es Damaya, que es entregada a un Guardián llamado Schaffa, quien es el encargado de llevarla a la capital para ser entrenada, porque desde el momento en que su familia se enteró que era un orogen y tenía poderes se quería deshacer de ella.
“Allí le enseñarán a controlar su maldición. Su sacrificio también servirá para crear un mundo mejor”.
Con Damaya podemos ver cómo desde pequeños todos los que tienen poderes son tratados como monstruos y son adoctrinados, se les enseña a creerse peligrosos y a saberse odiados, pero sobre todo a temer su propio poder, se les recuerda que no serán queridos por nadie a menos que se vuelvan útiles en el Fulkro y aprendan a controlarse; a que su vida no vale nada y que serán maltratados siempre que los Guardianes lo consideren necesario, todo ello por su bien y el del imperio. Sin dudar, muchos de los momentos más duros de leer en todo el libro se encuentran de la mano de esta niña sin hogar que empieza aceptar la amabilidad como un regalo, sin importar de donde venga porque es realmente escasa. Es simplemente desgarrador.
La historia de Sienita por su parte nos muestra cómo funciona la organización interna del Fulkro para los que sobreviven los primeros años y demuestran tener control, de cómo se desarrollan un sistema de pruebas que les permiten ir ascendiendo y ganando respeto y también autonomía, todo ello en forma de anillos que son los que muestran hasta qué punto llega su poder. Así que cuando debe partir a cumplir una misión que le permitirá obtener su quinto anillo, acompañada por el orogen de más alto rango del Fulkro como guía y escolta, pretende cumplirla a la perfección, desea ascender y agradar, cueste lo que cueste.
“La muerte siempre estuvo aquí. La muerte eres tú”.
Decir que el mundo que ha creado Jemisin es fascinante es quedarse corto, y no solo por ese único continente plagado de inestabilidad sísmica, que crea islas con la misma facilidad que las destruye, asolado por cataclismos que borran imperios de los que luego solo quedan restos que demuestran que no eran dignos de sobrevivir. Un continente que no tiene memoria a largo plazo porque las quintas estaciones solo dejan restos y se recuerda únicamente lo que se considera que es útil para sobrevivir, con un cielo al que nadie presta atención porque el miedo al Padre Tierra no les deja tiempo para mirar a las estrellas ni a esos gigantes y extraños obeliscos con movimientos totalmente erráticos que nadie puede comprender.
Es fascinante ver las formas de organización social que crea un imperio que se compone sobre todo por pequeñas comunidades divididas en castas, donde cada persona tiene su papel cuando llegan las estaciones, un sistema aparentemente perfecto, pero que condena a muerte a los que consideran débiles, odiándo a los orogenes, porque aunque sus poderes son beneficiosos, se les teme por su fuerza y son esclavizados, llamados despectivamente como “orogratas” y no es casualidad que suene como negrata en español. La elección del término por David Tejera Expósito es deliberada y hay que destacar que Tejera hizo un trabajo excelente en toda la traducción del libro. Es verdad que Jemisin escribe fantasía y ciencia ficción, pero su obra hace una crítica social brutal a cualquiera que quiera escuchar.
“Negar que somos humanos es una mentira que se dicen entre ellos para no sentirse mal por la manera en que nos tratan…”
Venganzas, misterios, manipulaciones, poderes por descubrir y explorar, crítica social, personajes interesantes y complejos, y el fin del mundo como escenario, La quinta estación es una historia fascinante, en tantos niveles diferentes, que podría seguir aquí durante días hablándoles del libro. Les tengo que advertir que por momentos es realmente muy duro de leer, porque puedes sentir el dolor de sus protagonistas, entenderlo, compartirlo y también horrorizarte con ellos, todo mientras disfrutamos del estilo impecable y casi poético de N. K. Jemisin. No puedo más que recomendarles que salgan corriendo a su librería más cercana y se hagan con la novela, luego me darán las gracias porque leerla es un placer. Se merece todas las críticas positivas que está recibiendo y me parece que se merece aún más, va directo a mis mejores lecturas del año y no puedo esperar a leer la segunda parte de la trilogía La Tierra Fragmentada, ¡la necesito!
¿Han leído La quinta estación? ¿Les llama la atención?
Bueno, viendo tus buenas impresiones tendré que tenerlo en cuenta. Había oído hablar por encima del libro pero hasta ahora no me había quedado muy claro. Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarUn beso ;)
Lo empecé con mucho ánimo por toda la fama que le precedía, aunque me decepcionó un poco hasta la pag. 250 más o menos, momento a partir del cual sí que me ha enganchado totalmente, y creo justificadas todas las buenas palabras sobre este libro.
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