¿Qué estamos dispuestos a sacrificar por el progreso? ¿Puede un planeta borrar la totalidad de su pasado en pos de un futuro utópico en las estrellas? ¿Es posible que una sociedad realmente avance si silencia y destruye sus costumbres? ¿Si encarcela o asesina a todos los que se niegan a olvidar sus raíces? Siguiendo con mis lecturas de la Biblioteca de Autor dedicada a la grandísima Ursula K. Le Guin hoy toca recomendarles: El relato. Libro que acaba de ser reeditado por la editorial Minotauro con la traducción de Estela Gutiérrez Torres.
«El Futuro, en la ficción, no suele ser más que un modo de mirar el Presente».
La frase anterior pertenece a la introducción con la que Ursula K. Le Guin nos habla sobre cómo escribió esta novela corta que, como muchas de sus historias, tiene origen en el taoísmo. Publicado originalmente en el año 2000, este libro que al igual que El nombre del mundo es Bosque y Cuatro caminos hacia el perdón también se encuentra enmarcado en El Ciclo de Hainish, nos cuenta la historia de Sutty una joven terrestre que se encuentra trabajando como observadora del Ecumen en un planeta llamado Aka.
Sutty, luego de pasar sesenta años viajando en animación suspendida desde la Tierra a Aka, llegó al nuevo planeta para estudiar sus costumbres solo para descubrir que, durante los años que había estado dormida, la sociedad que tenía que observar había cambiado profundamente. De ser un pueblo poco industrializado al que los primeros observadores habían considerado rico en sus costumbres, ahora era un lugar altamente industrializado que vive bajo el férreo control de un gobierno capitalista llamado la Corporación. Unos dirigentes que insisten en borrar todo su pasado y en convertir a todos los ciudadanos en productores-consumidores.
«El abrupto y tremendo progreso tecnológico de Aka estaba basado en una rígida disciplina impuesta y autoimpuesta universalmente. En la ciudad parecía que todo el mundo trabajaba sin parar, trabajaba muchas horas, dormía pocas horas, comía rápidamente. Cada hora estaba programada».
En un planeta que había prohibido su antigua lengua y su escritura, destruido su literatura y cualquier vestigio de su pasado, así como de sus costumbres, el trabajo de historiadora que tenía que realizar Sutty se hacía casi imposible. Sin poder salir de Dovza, la capital, nuestra protagonista siente que su misión allí es inútil, pues a lo que tiene acceso es a la propaganda institucional. Todo cambia cuando desde la Corporación autorizan a que uno de los enviados del Ecumen pueda visitar una de las más remotas aldeas del planeta. Es nuestra protagonista por los conocimientos que tienen de los antiguos ideogramas que antes utilizaban quien debe viajar a Okzal-Ozkal, buscando ese pasado que el gobierno tan concienzudamente ha borrado de casi todo el planeta.
En la pequeña aldea cerca de las montañas encontrará lo que tanto ansiaba. Pero comprender las creencias que practicaban esas personas antes de la llegada de los primeros observadores y el progreso tecnológico que trajeron consigo, es más complicado de lo que nuestra protagonista pueda imaginar. Junto a ella iremos desentrañando el misterioso Relato de la gente de Aka, mientras descubrimos así mismo la historia de esa Tierra futura desde la que partió Sutty, donde el fanatismo religioso había causado horrores imperdonables.
«Para un gobierno que había declarado que serían libres de tradiciones, costumbres, e historias, todos los hábitos, los modos, las maneras, las ideas y las devociones de antaño eran fuentes de pestilencia, cadáveres putrefactos que debían ser enterrados o incinerados. La escritura que los había conservado debía ser eliminada».
Fanatismo religioso, capitalismo, totalitarismo, colonialismo, tradición… El relato, de Ursula K. Le Guin, es una novela corta increíble que nos presenta un mundo nuevo en el que el progreso se consigue a un precio demasiado alto. Eliminando todo lo que los hacía únicos, las verdaderas raíces. También nos muestra un futuro aterrador para la Tierra que parece terriblemente posible. Una vez más Le Guin hace una crítica social brutal a nuestro presente y nos recuerda la importancia de las historias, de nuestro pasado, y de los libros. ¡Leed a Le Guin!
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