¿Qué estarían dispuestos a sacrificar para poder volver a escuchar la voz de un ser querido que murió? Imaginen vivir en un pueblo en el que hay extraños rituales que le permiten a sus habitantes albergar la esperanza de oír a sus muertos. Un lugar repleto de misterios en el que extrañas esculturas y un agujero en el suelo (que parece no tener fondo) fueron lo que hicieron que el pueblo fuese fundado justo allí. Hoy quiero hablarles de Prácticamente Ruth, de Tyler Jones, una novela corta de terror bellamente escrita y tan llena de secretos que es imposible parar de leer.
«Hay un mundo detrás del mundo, y no entendemos cómo funciona, cómo se cuela a veces en el nuestro».
Dividido en tres partes, el libro nos cuenta la historia de Abel Cunningham, el enterrador de un misterioso pueblo en medio de la nada llamado Ashville. Un hombre felizmente casado que tiene 26 años lidiando con la muerte y ejerciendo su oficio, pero que está lleno de remordimientos. En el momento en el que lo conocemos despierta en medio de la noche porque el niño llama a su puerta solicitando su ayuda. Su padre ha muerto y necesitan de los servicios de Abel para enterrar el cuerpo. Este podría ser solo un día más en la vida del sepulturero si no fuese porque el hombre no murió por causas naturales, por una enfermedad o un accidente. El cuerpo al que debe dar sepultura es el de un suicida, y allí los procedimientos que necesita seguir nuestro protagonista son diferentes.