¿Cómo sería tu vida si fueses la única superviviente de un grupo de veinticinco niños que salió de excursión para nunca volver? ¿Cómo sería tu existencia si no solo murieron todos tus compañeros, sino también tu gemela? Imaginen lo que significaría crecer en un pueblo lleno de leyendas crueles y niebla, en la que las desapariciones se aceptan con resignación y sin hacer preguntas. Toca una nuevas dosis de terror en este #LeoAutorasOct: Nos devoró la niebla, de Marina Tena Tena. Una novela que los lleva a un remoto pueblo de montaña en el que sus habitantes son tan fríos como el más crudo de los inviernos y el bosque está lleno de secretos.
«Mi hermana desapareció la mañana en la que yo decidí odiarla. Ese día, lo único diferente era la niebla que se arrastraba sobre los tejados».
La novela nos cuenta la historia de Claudia, una joven de quince años que siempre ha vivido un Freznada. Un pueblo pequeño de la montaña lleno de leyendas, en la que todos los inviernos desaparecen personas. Ella sobrevive en un hogar sin amor, con unos padres tan destrozados por la pena que más que cuidarla la soportan porque no les queda más remedio. Su hogar se rompió cuando nuestra protagonista tenía diez años, el día en el que los veinticinco niños del pueblo subieron a un autobús para ir de excursión y nunca regresaron.
Entre los desaparecidos se encontraba Candela, la gemela de Claudia. Su otra mitad. Una niña que era más que su hermana o amiga. Era como si ella y Candela fuesen una sola persona, un alma en dos cuerpos. Siempre conectadas. Por ello haber perdido a su hermana no fue solo traumático, sino que también la hace sentir culpable. ¿Por qué únicamente Claudia sobrevivió? La fiebre le impidió ir a esa excursión y subir al autobús donde todos los demás desaparecieron, pero lo que debería ser una bendición, el estar viva, es una condena. Porque todos la miran con recelo en el pueblo, incluso en su propio hogar.
«En la vida real todas las historias acaban en muerte si las alargas lo suficiente».
Pero la existencia de Claudia se empieza a transformar cuando al pueblo llega una nueva familia. Una madre y sus tres hijos, entre ellos una chica de su edad llamada Sara. Una muchacha con una sonrisa afilada que hará que su mundo se tambalee. Que le ofrecerá su amistad y la obligará a buscar las respuestas a las que nuestra protagonista nunca se ha querido enfrentar. Porque la conexión que tenía con Candela no desapareció con su muerte. Aunque quizás lo que ahora está tratando de comunicarse con ella, eso que le impide verse en los espejos o dormir tranquila, tenga muy poco que ver con la niña a la que amaba.
Ir desentrañando los muchos secretos que esconde el pueblo es adictivo. La autora crea una atmósfera tan opresiva como real. En la que las leyendas, la culpa, los fantasmas y el miedo se juntan de manera espectacular. El libro viene acompañado por el relato Las hijas del Silbador, en el que se nos explica el origen de la leyenda que condena al pueblo de Freznada a esas desapariciones, y es simplemente sublime. La imaginación de Tena nos ofrece un cuento macabro y cruel que es el complemento perfecto para la novela.
«En una familia hueca, a mi hermana le sigo importando lo suficiente para arrastrarme con ella al infierno».
Leyendas, fantasmas, niebla, frío, crueldad, culpa… Nos devoró la niebla, de Marina Tena Tena es una novela deliciosamente escalofriante. Llena de fantasmas y leyendas aterradoras y de una sobreviviente ahogada y paralizada por la culpa de no haber desaparecido junto a su gemela y sus compañeros. Una novela inquietante y escrita con maestría, que además gira en torno a una leyenda propia tan original que me hizo cuestionar si estaba basada en algún mito real. Hay además una crítica a esas familias que son cárceles, a esos legados que parecen maldiciones. Si están buscando una novela con una atmósfera opresiva y muchos secretos tienen que darle una oportunidad.
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