Si son asiduos por aquí ya saben lo mucho que me gustan los libros de Victoria Álvarez, una autora que logra que siempre me enamore de sus personajes y que no me quiera despedir de ellos. Por eso hoy quiero recomendarles una historia que es muy especial, porque es la nueva versión de la primera novela que publicó la autora hace ya quince años: Hojas de dedalera. Una obra que no solo revisó a fondo para que volviese a las librerías, sino que decidió reescribir por completo, de modo que la novela que la enamoró y con la que inició su carrera se adaptase a la escritora que es ella ahora una década y media más tarde.
«La muerte no le pisaba los talones: se encontraba ya sobre ella».
Dividido en tres partes, el libro nos cuenta la historia de Annabel Lovelace una joven médium a la que conocemos cuando no es más que una niña pequeña abandonada por su madre. Una chiquilla que vive en un cementerio y duerme dentro de un ataúd. Una niña pálida y con problemas del corazón que descubre de manera bastante inesperada que puede ver a los muertos. Pero su don, lejos de convertirse en una maldición transforma su existencia para bien, ya que entre los fantasmas ella se convierte en un faro que los guía hacia el Otro Lado. El tipo de ayuda que esas almas ancladas a sus antiguas vidas y con asuntos pendientes necesitan con el objetivo de descansar finalmente. De hecho, el don de Annabel es tan fuerte que la termina por convertir en una de las médiums más respetadas del Londres victoriano.
(Annabel y Víctor ilustrados por Gonzalo Mendiverry)
La existencia de Annabel se transforma cuando aparece un su vida Victor Rosenfield. Un joven lord que murió asesinado que busca a nuestra protagonista con el propósito de que le ayude a descubrir quién fue el responsable. Annabel aceptará ayudar al presumido lord, pero solo si él accede a convertirse en su espíritu protector. Un acuerdo que ayudará a la joven a cumplir con sus encargos como médium. El tipo de alianza que no será muy bien vista, especialmente por aquellos que creen que la joven realmente no puede hablar con los muertos. Que es todo una elaborada estafa que la médium tiene en marcha para ganar dinero de gente desesperada por el dolor.
«Es hora de averiguar si beberme todos esos relatos de Sherlock Holmes ha servido de algo».
Sin embargo, tratar de averiguar quién asesinó Victor Rosenfield no será lo único que pondrá en peligro a Annabel. Porque hay secretos de su pasado que sería mejor no revelar, y enemigos que harán todo lo que esté en su mano para acortar la poca vida que le queda a la médium. Ya que no podemos olvidar que los problemas del corazón de nuestra protagonista parecen no tener cura. Si embargo, la llegada del fantasma de Rosenfield, ese lord divertido y engreído que aún estando muerto parece estar más vivo que cualquiera de las personas que conoce nuestra protagonista, logrará que ella empiece a vivir de verdad. No a sobrevivir o limitarse a existir sin más.
Tengo que decir que amé las interacciones entre esos dos protagonistas. Annabel es cabezota, orgullosa y tenaz, mientras que Víctor es tan presumido como encantador. No sé cómo hace Victoria Álvarez para que acabemos todas locamente enamoradas de ese lord aunque lleve una década muerto. Y cuando nos recuerda constantemente que es un ectoplasma cuya proximidad provoca que la temperatura se desplome, pero que aún así se las ingenia para hacer inmensamente feliz a una joven herida que cree que no merece ser querida. Que ha mentido a todo el mundo lejos porque se sabe condenada por su enfermedad. Creo que la de esos dos es mi nueva historia de amor favorita. Y sí, no importa que él esté muerto y ella no. Que sepan que su tiempo es limitado, porque cuando descubran a su asesino él cruzará al Otro Lado y ella se quedará sola.
«Había roto la norma más básica entregándole su maltrecho corazón a la última persona de la que debía enamorarse».
Pero no son solo nuestros protagonistas los únicos personajes que brillan en el libro, hay que hacer mención de Ada, esa aprendiz de Annabel que es tan divertida como imprudente, o Heather, la tía de nuestra protagonista, una mujer que lo arriesga todo para defender a su sobrina. Sin olvidarnos de Nathan, el mejor amigo de la médium, un joven inspector de policía que está profundamente enamorado de Annabel, pero al que ella únicamente ve como un hermano. Se me partió el corazón con su historia, sin embargo, disfruté tanto de los capítulos que en los que él era el narrador que le perdono todo el sufrimiento a la autora.
Fantasmas, cementerios, crímenes, secretos, mansiones ruinosas, bailes, amor y desamor… Hojas de dedalera, de Victoria Álvarez es una de esas historias que no se olvidan. Una escrita con maestría que no solo tienen a unos protagonistas complejos y maravillosos, sino también una ambientación tan cuidada que se siente real. Que no solo nos lleva a vivir en ese Londres de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, sino que pone los crímenes de Jack el Destripador de fondo. Un libro lleno de referencias a la literatura y con unos diálogos ingeniosos que los harán sonreír (y soltar carcajadas). Y con una historia de amor de las que traspasa los límites entre la vida y la muerte. Me reafirmo en que Álvarez es una de mis autoras favoritas. Si están buscando una novela que los emocione y los mantenga leyendo sin parar, tienen que darle una oportunidad.
¿Han leído Hojas de dedalera? ¿Les llama la atención?
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