Desde que hace unos años descubrí los k-dramas mi interés por Corea del Sur y su cultura no ha hecho más que aumentar. Por eso desde que leí que se publicaría en español la colección de relatos que les quiero recomendar hoy, la apunté en mi lista de deseos. Si no podemos viajar a la velocidad de la luz, de Kim Cho-yeop nos presenta siete asombrosas historias cortas que, aunque estén ambientadas en futuros hipotéticos, nos están hablando del presente. Relatos que podemos leer en español gracias a la cuidada traducción de Joo Hasun.
«Estaba satisfecha con mi vida en la Tierra, pero también me ilusionaba la posibilidad de iniciar una nueva faceta en otro planeta».
Inicia la colección justo el relato que da nombre al libro: Si no podemos viajar a la velocidad de la luz, en él conoceremos la historia de una mujer mayor que aguarda en una estación espacial la llegada de una nave que la llevará a un planeta del espacio lejano. A través de la conversación que tiene con otro presunto viajero descubriremos su pasado como científica y su especialización en la criogenia, justo antes de que ese descubrimiento que debía revolucionar los viajes espaciales quedase obsoleto. Un relato sobre las decisiones, los sacrificios, la familia y la soledad.
«Si la Tierra es realmente un lugar tan lleno de dolor y si lo único que aprendemos allí es el lado infeliz de la existencia, ¿por qué no regresan los peregrinos?».
¿Por qué no regresan los peregrinos? es un cuento en el que mediante una carta descubriremos por qué la protagonista decide abandonar el lugar que la vio nacer y crecer para encontrar respuestas. Un relato que nos habla de manipulación genética, biohackers, mundos utópicos y si vale o no la pena llevar una vida perfecta pero sin amor. Le sigue Espectro, la historia de una astronauta que, tras haber estado desaparecida en el espacio por cuarenta años, afirma que ella tuvo el primer contacto con una civilización extraterrestre. Pero al negarse a dar más datos sobre la ubicación del planeta sus declaraciones son tomadas como simples delirios. Extraterrestres, primer contacto, colores, lenguaje, una historia agridulce.
«A esas alturas quedó claro que en el universo sí existían otros seres inteligentes aparte de la humanidad, solo que no deseaban nada con los terrestres».
La materialidad de las emociones nos habla de un futuro en el que una empresa que antes se dedicaba a los objetos de papelería empieza a comercializar productos que afirman que al usarlos hacen sentir diversas emociones. Pero no solo hay objetos que te permiten concentrarte mejor, tener serenidad o sentir alegría, también hay productos que hacen emerger emociones negativas en sus usuarios, como la ira, el terror o la melancolía. Todo ello mientras descubrimos la relación de más de diez años del protagonista con su novia y las diferentes presiones que ella está recibiendo por parte de su familia. Relaciones, presión social, emociones y la incapacidad que a veces tenemos para comprender a otros, uno de esos relatos que te dejan reflexionando.
«—Lo importante es que haya un objeto físico. Algo palpable que, aunque uno parte la mirada y pierda interés, siga ahí, en el mismo lugar donde fue colocado. Y estos productos son atractivos justamente porque dotan de materialidad a algo inmaterial».
Sobre mi heroína espacial, es el relato de una astronauta que se está preparando para recibir una modificación corporal completa que le permita realizar un viaje imposible por el espacio y atravesar un túnel que llevará a la humanidad por primera vez a otro punto del universo. La historia personal de nuestra protagonista está íntimamente ligada a la de su heroína, la primera astronauta que tenía su misma misión, pero nunca llegó a completarla. Y de la que descubrirá sus secretos mientras se entrena con el fin de seguir sus pasos y llegar aún más lejos. Una historia sobre presiones, prejuicios, minorías, pantropía y fuerza de voluntad.
«¿Seguiría siendo un logro para la humanidad la conquista del otro lado del espacio si para ello la raza humana tenía que renunciar a su cuerpo original?».
A continuación, encontramos Ilocalizable, uno de mis relatos favoritos. La historia de una mujer joven y futura mamá que intenta contactar con su madre muerta en el lugar donde se guardan sus recuerdos, solo para descubrir que es imposible hacerlo. En ese futuro se digitalizan las mentes de los muertos y se almacenan en bibliotecas para que sus familiares puedan comunicarse con ellos a través de conectores mentales.
Pero cuando nuestra protagonista no puede establecer una conexión con su progenitora se da cuenta de que realmente no la llegó a conocer en vida, e inicia todo un proceso para descubrir quién era la mujer con la que se llevó tan mal mientras crecía y a la que nunca comprendió. Una historia sobre lo complejo de la maternidad y el borrado de la personalidad de las mujeres cuando dan a luz, en una sociedad que pretende que se queden en casa, olviden sus carreras, intereses, aspiraciones y se conviertan solo en la “madre de X”. Una historia de pérdida y entendimiento preciosa.
«Las bibliotecas de mentes digitalizadas cambiaron el concepto de vida y muerte, así como la percepción de la gente al respecto. El temor a morir se mantenía, pero el sentimiento de pérdida de un ser querido era menos intenso que antes porque, gracias a las bibliotecas, desapareció la sensación de quedarse con preguntas por hacer».
Cierra la selección La hipótesis de la simbiosis, un relato en el que descubriremos a una artista que representa en sus cuadros un planeta en el que nunca ha vivido pero que recuerda a la perfección. Unas obras que logran conmover a todos los que las observan. Tiempo después de su muerte los científicos descubren que el planeta de las pinturas realmente existió aunque fue destruido mucho tiempo atrás, así que ¿cómo era posible que la autora supiese de él? ¿Qué pasaría si se descubriese que quizás lo que nos hace humanos no es inherente a la humanidad sino un producto de una relación simbiótica con seres extraterrestres?
«Lyudmila Marcov guardó toda la vida el recuerdo de un lugar donde jamás estuvo».
Extraterrestres, primer contacto, viajes imposibles, modificación genética, emociones materializadas, mundos utópicos pero sin amor… Si no podemos viajar a la velocidad de la luz, de Kim Cho-yeop es una colección de relatos llenos de ideas alucinantes y crítica social. Que nos hablan de presente en escenarios futuros donde la tecnología nos ha llevado incluso a otros mundos o logrado digitalizar las mentes de los muertos, pero sigue habiendo soledad o incomprensión, o incluso más división y estratificación por clases sociales. Si están buscando buenos relatos de ciencia ficción tienen que darle una oportunidad a estas historias de esta científica surcoreana que se estrenó a la grande en su país ganado en un mismo año el primer y el segundo premio del Korea Literaty Prize for Science Fiction con dos de sus relatos cortos.
¿Han leído Si no podemos viajar a la velocidad de la luz? ¿Les llama la atención?
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