In the Nevernever: Y tú no regresaste, de Marceline Loridan-Ivens.

Y tú no regresaste, de Marceline Loridan-Ivens.

15 marzo 2016


Cuando la realidad supera el horror de cualquier ficción, nos damos cuenta de que pocas cosas tienen tan escasos límites como la crueldad humana. En Y tú no regresaste, la carta abierta que Marceline Loridan-Ivens, una de las supervivientes del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau dedica a su padre, se nos muestra un ejemplo de ello. Podremos conocer su historia, una de esas que no se pueden olvidar, por ser él una de las millones de personas que nunca regresó de tan terrible destino

«Tú podrás regresar, porque eres joven, pero yo ya no volveré.»

Estas proféticas palabras, pronunciadas por su padre cuando fueron deportados juntos de Francia por ser judíos, marcarían lo que fue la tan dura etapa que vivió Marceline mientras estuvo recluida y separada de él. Tres kilómetros de distancia habían entre ellos porque en Birkenau era donde se retenía a las mujeres y Auschwitz el destino de los hombres; conocidos ambos por ser los mayores campos de exterminio del Tercer Reich.

Estos escasos kilómetros, parecían miles para la joven de quince años que tenía que vivir con la incertidumbre de no saber qué realmente le había ocurrido a su padre, si lo habían metido en una cámara de gas o si aún seguiría vivo. Esta inquietud continuó hasta que un día recibe una nota de su padre y de la que solo puede recordar el inicio, pues iba dirigida a su querida niña y el final: Shloïma, el nombre yidis de su padre.

“A pesar de lo que nos sucedió, yo he sido una persona alegre; tú lo sabes. Alegre a nuestra manera, para vengarme de estar triste riéndome de todo modos”.

Marceline nos narra cómo una vez mientras marchaba de regreso al campo, luego de picar piedras y cavar zanjas, se cruzó con su padre por primera vez desde que los habían separado, corrieron a abrazarse, pero al hacerlo ella fue brutalmente separada de él por un SS que terminó insultándola y golpeándola hasta desmayarse. Aunque al día siguiente sus comandos se volvieron a cruzar, ninguno de los dos se atrevió a moverse; esa fue la última vez que se vieron. Después de ello, sólo tuvo noticias de su padre por la carta que le hizo llegar, y luego nada más que la ausencia, el vacío.

“Uno se congelaba por dentro para no morir”.

Nos relata la poca comida que recibían y el hambre que pasaban, como la matanza estaba en marcha y de cómo era imposible tener esperanza, pensar en el futuro más allá del presente, de no morir en la próxima revisión, en ser solo una pieza para los nazis. Desde su barracón veía los que iban a morir todos los días en la cámara de gas, sin estar segura de cuándo llegaría su turno.

Presenció la llegada de los cientos de miles de húngaros a los campos y de cómo los ancianos, los niños y los bebés eran los primeros a los que enviaban a las cámaras de gas luego de desnudarlos, para que ella junto a otros grupos de mujeres, seleccionaran la ropa de los muertos, las desgastada para los habitantes de los campos, mientras que la nueva era enviada a Alemania. Y sí, es tan horrible como suena, y si es duro de leer, no me puedo ni imaginar cómo debió ser vivirlo.

Pero los horrores no se limitan a ver morir a otros, Marceline se siente incluso directamente culpable de otras muertes, de cavar las zanjas donde quemaban a los muertos para que las llamas de los crematorios no hicieran de los campos objetivos de los bombardeos, cuando la guerra estaba por terminar.

Marceline fue enviada luego de Birkenau, al campo de Bergen-Belsen donde no había cámaras de gas, pero el hambre y el frio se encargaba de realizar su trabajo, luego estuvo en una fábrica y después en Theresienstadt. Fue muy arduo el camino que tuvo que recorrer antes de poder volver a Paris, y lo que quedaba de su hogar. Pero los horrores no terminaron con la liberación, hay una parte en la que nos cuenta que los primeros días, ninguno de los sobrevivientes podía dormir en un colchón, se juntaban y dormían en el suelo de los cuartos del hotel donde estaban refugiados. Luego su vida no fue para nada fácil, ni para ella ni para su familia. Pero finalmente encontró el amor, y elaboró películas y documentales, en donde muestra la lucha por sus ideales.

Y tú no regresaste es un relato duro que nos muestra que, aunque nuestra capacidad para cometer horrores es insospechada, también lo es nuestras ganas de sobrevivir, de sobreponernos lo mejor que podamos; no de olvidar, sino de ser capaz de vivir aunque sea un día a la vez y de no rendirnos. Es el tipo de historia que merece la pena leer, para recordar el pasado y evitar por todos los medios, que se repita.

En Boolino pueden consultar más información sobre el libro. 

8 comentarios :

  1. Me interesa la temática de este libro, así que ya le había echado el ojo, pero ahora mismo me apetecen lecturas más optimistas y alegres. Prefiero dejarlo para más adelante.

    Un beso!

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    1. Pues es un libro corto que te cala profundamente, narra un episodio negro de la historia, pero vale la pena leerlo.
      Besos

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  2. Desde que salió en español me dije que debería leerlo, así que espero hacerlo pronto. Me encantan este tipo de historias hechas de los recuerdos de alguien, y más aún sobre un capítulo tan triste en la historia.

    Saludos :).

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    1. Hola Luis, es una de esas lecturas duras que realmente valen la pena leer. Nadie mejor que un protagonista para narrarte lo que verdaderamente ocurrió.
      Besos

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  3. Hola :) Una historia que luce realmente dura, yo no puedo con estas lecturas, lo paso fatal con el tema de los campos de exterminio de Auschwit; ya me llego con El niño con el pijama de rayas, La ladrona de libros o la lista Schindler, que no podía parar de llorar. Un abrazo^^

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    1. Es que es un tema para pasarlo mal, la diferencia de este libro es que es un relato real, un testimonio en primera persona que realmente vale la pena leer.
      Besos

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  4. Lo tengo pendiente. La verdad es que pienso que este tipo de novelas que muestran tanta crueldad son necesarias para que atrocidades así no se vuelvan a repetir.
    Besos!

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    1. Yo opino igual, tenemos que conocer la historia para que evitemos que se repita.
      Besos

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