Saben que soy principalmente una lectora de género y que últimamente son pocos los libros de ficción que consumo que no están enmarcados en la fantasía, la ciencia ficción o el terror (o que contengan una combinación de ellos). Pero la lectura de hoy se sale un poco de mi zona de confort para llevarnos hasta Japón y descubrir Seibē y las calabazas, de Naoya Shiga, un libro de relatos del «dios del cuento japonés». Una lectura que me encantó y que ahora no puedo hacer otra cosa que recomendarles.
“La víspera del tercer rito budista en honor a su difunto abuelo, Shintarō leía una novela en su cama”.
Compuesto por once relatos, podremos descubrir desde las primeras historias de Naoya Shiga (1883 – 1971) hasta algunos de sus cuentos más reconocidos. Una mañana es el encargado de comenzar el libro y a través de una narración en apariencia sencilla podemos mirar cómo se desenvuelve una familia japonesa antes de la preparación de un rito funerario. Es como abrir una ventana y observar en primera persona a un nieto que pone a prueba los límites de la autoridad de su abuela. Hay tanta cotidianidad como belleza en este breve cuento.
Le sigue Manazuru, un relato protagonizado por un niño de doce o trece años en el que se mezclan enamoramientos, sacrificios y sueños. A continuación, encontramos La hermana menor de Hayao en el que veremos cómo evoluciona, a través de los años, la amistad entre dos jóvenes a medida que sus circunstancias personales van cambiando y reescribiendo su destino. No voy a negar que con ese título me esperaba una historia de amor, pero el autor sabe jugar con nuestras expectativas para contarnos exactamente lo que quería contar en unos años llenos de cambios y sueños.
“—Aunque eres sólo un niño parece que hay algo en las calabazas que te atrae, ¿a que sí?”.
Seibē y las calabazas, relato que da nombre a la colección, es un cuento breve que, de nuevo, bajo la apariencia de una historia sencilla esconde una crítica mordaz. Conoceremos a un niño con un talento que tanto sus padres y maestros creen que carece de valor: le encanta coleccionar calabazas. Aquí el autor pone de manifiesto su maestría para contar historias con múltiples capas de lecturas. El dios del aprendiz nos narra cómo un acto de bondad inesperado puede transformar una vida.
Akanishi Kakita nos relata la historia de samuráis, ¿amor?, complots e intrigas, y puede que el nombre les suene porque fue adaptada en 1936 por Mansaku Itami en una versión cinematográfica con el mismo título. Reencarnación es un relato mordaz sobre un esposo colérico y su “descuidada” esposa. Particularmente a mí me gustó mucho ese final.
“Érase una vez una hermosa diosa que habitaba en una montaña. Era la diosa de la belleza, del amor y también de la envidia”.
Llega el turno de uno de mis relatos favoritos: Araginu. Narrado como si de un cuento de hadas se tratase, nos cuenta la historia de dos enamorados que ven cómo su amor peligra porque una poderosa y envidiosa diosa está enamorada del pastor que sube todos los días a su montaña, pero va relegando el respeto que siente por la diosa al enamorarse de una chica humana que tiene una habilidad especial para tejer. Mucho más siniestro de lo que en un primer momento pueda parecer, me encantó por esa combinación de mitos y amor trágico.
El diario de Claudio nos narra una historia que todos conocemos desde la óptica de un personaje que siente que le están obligando a ser el antagonista en contra de su voluntad. Un regalo para los amantes de Shakespeare. El crimen de Han y La navaja son los dos inquietantes (y sangrientos) relatos encargados de cerrar la colección. En el primero veremos cómo se trata de esclarecer si un artista ha cometido un error fatal o si de manera intencionada ha asesinado a su mujer. Del segundo es mejor que no sepan nada para que los pueda sorprender como a mí.
“... La navaja se enganchó un poco. La garganta del joven se movió otro poco. Yoshizaburō sintió como algo rápido le recorrió desde la cabeza hasta la punta de los pies”.
Seibē y las calabazas, de Naoya Shiga, es una colección de relatos fascinante que nos muestra la gran versatilidad del escritor nipón, tanto a la hora de elegir temas como de representarlos. Además, el libro cuenta con una cronología que nos permite descubrir más sobre la apasionante vida del autor y también con un maravilloso epílogo en el que Makkiki Sese, quien junto a Daniel Villa se encargó de traducir los relatos, nos lleva a recorrer el Tokio actual en busca de los escenarios que Naoya Shiga utilizó en sus historias. Un complemento perfecto para el libro que incluye fotos y que les despertará aún más las ganas de viajar al país del sol naciente. Si quieren descubrir Japón a través de las narraciones de uno de sus mejores cuentistas, le tienen que dar una oportunidad.
¿Han leído Seibē y las calabazas? ¿Les llama la atención?
Anotadísimo, tiene muy buena pinta y, aunque no soy lectora de relatos, no me importaría leerlo.
ResponderEliminarBesotes
Son relatos muy breves pero te dejan muy buenas sensaciones. Su estilo es sencillo y claro, yo no conocía al autor pero la verdad es que me gustó mucho.
Eliminar¡Besos!