La lengua estructura la realidad. Tanto los pensamientos y las emociones, como nuestro mundo exterior, está definido de un modo distinto dependiendo de diversos factores. Así que es fácil imaginar que, si encontrásemos diferentes planetas habitados en el universo, una lingüista sería quizás la persona más capacitada para visitar esos otros mundos, estudiar su lengua y su cultura, creando así los puentes que permitan el entendimiento y las comunicaciones futuras. Hoy quiero hablarles del El Informe Monteverde, de Lola Robles, una novela corta y fascinante sobre una lingüista y el viaje a un lejano planeta que cambió su vida para siempre.
“Para el ser humano no existe una «realidad» o «pensamiento» ajenos al lenguaje, no estructurado por este”.
Esta es la historia de Rachel Monteverde, una joven lingüista terrestre que recibe una importante misión de la Sociedad para el Estudio de las Lenguas Interestelares, debe visitar el lejano planeta exterior Aanuk y estudiar la lengua y la cultura de los dos grupos que habitan el pequeño y paradisíaco mundo pero que casi no tienen contacto entre sí. Así que, a través de fragmentos de entrevistas, partes del informe que tuvo que presentar a la Sociedad a su regreso y también de su cuaderno personal, conoceremos cómo estudiar a los aanukiens y a los fihdia la ayudó a comprender a dos sociedades en apariencia muy diferentes.
Mientras los aanukiens son un pueblo nómada, alegre y muy sincero, los fihdia son personas extremadamente reservadas, que viven totalmente aislados en cuevas y tienen una característica que los hace aún más misteriosos a ojos de otras sociedades, son todos ciegos. Así que descubrir las particularidades del lenguaje de un cultura en la que la vista no está presente no solo es un reto sino también una oportunidad única.
“Los fihdia utilizan los silencios, las mentiras, la ambigüedad y los cambios de tema como formas de confundir a sus interlocutores, de dominarlos a través del lenguaje”.
Aunque la misión originalmente buscaba convertir el planeta paraíso en un lugar de vacaciones por sus hermosos paisajes y su apacible clima, tendremos la oportunidad de descubrir qué es lo que hace a su pacífica gente especial, sobre su estilo de vida nómada, su organización en tribus, cómo funcionan las familias o los pocos asentamientos permanentes que hay en el planeta fundados por pobladores que después de haber vivido una temporada en la Tierra como parte de un proyecto de intercambio, desean adoptar parte de nuestras costumbres, aunque allí no tengan mucho sentido.
Una de las cosas que más disfruté fue los diversos ejemplos que pueblan la novela sobre cómo el lenguaje da forma a nuestra realidad, entre ellos, cómo lo que para nosotros es solo hielo o nieve, para los esquimales tiene muchísimos términos diferentes. Lo mismo ocurre para los pueblos de Aanuk que poseen palabras específicas para expresar emociones complejas como el dolor que se siente frente a la pena de otro, nombres para colores que para los terrestres no existen, o que el pueblo que es ciego carece incluso del término color, es simplemente fascinante.
“Nosotros preferimos vivir sin pesar demasiado; ellos intentan controlar la vida con ideas. Si nos comunicáramos, quizás seríamos todos más completos”.
Prejuicios, primeras impresiones, el temor a lo que es diferente y el lenguaje como elemento fundamental para entender a los pueblos y llegar a la comprensión, El Informe Monteverde es una novela maravillosa que nos lleva a descubrir un mundo sin igual. Lola Robles crea una novela repleta de mensajes, que nos permite entrever el complejo universo que comparte con otras obras de la autora como Yabarí (de la que pueden leer mi reseña aquí). Es una suerte que la editorial Crononauta apostase por recuperar un libro tan extraordinario en una edición para coleccionar con las espectaculares ilustraciones de Marina Vidal. Si están buscando una historia de ciencia ficción diferente y cautivadora, tienen que darle una oportunidad.
¿Han leído El Informe Monteverde? ¿Les llama la atención?
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