Muchas veces nuestro hogar, ese espacio que debería ser el sitio en el que nos tendríamos que sentir seguros y a salvo, es la fuente de todos nuestros horrores. Y si ya es difícil imaginar que ese lugar es el origen de las pesadillas de cualquier adulto, imaginen cuanto peor es la situación si solo eres un niño o un adolescente. Una persona desamparada que ha sido maltratada de todas las maneras posibles por aquellos que deberían ser tus cuidadores y protectores. Hoy quiero hablarles de Crímenes reales, de Samantha Kolesnik, una novela corta que nos habla de la manera en la que el abuso a veces rompe a las personas más allá de lo imaginable, una historia dura y desgarradora sobre cómo la violencia genera más violencia. De la forma en que es incluso capaz de crear monstruos.
«Dormir era tan peligroso como despertar. No había escapatoria de mi madre».
El libro nos cuenta la historia de Suzy, una adolescente que vive junto a su hermano Lim y su madre. Una chica a la que le encanta leer sobre crímenes violentos y que tiene como pasatiempo mirar revistas con fotos de asesinatos. Nos parecería que es una afición quizás un tanto tétrica o perturbadora si no descubriéramos casi de inmediato que esa es la menor de las preocupaciones que deberíamos tener sobre la joven. Suzy vive un verdadero infierno dentro de su hogar. Su madre no solo la maltrata de manera psicológica y la humilla de todas las formas posibles, sino que la somete a abusos sexuales de manera constante.
Hasta que un día, cansada de soportar los abusos de su madre nuestra protagonista responde con contundencia. Y tras ese primer paso, tanto ella como su hermano Lim se verán envueltos en una espiral de violencia que la llevará a descubrir su lado más oscuro. Uno que quizás ella sospechaba que tenía pero que puede resultar aterrador. Y que te hace preguntarte hasta qué punto somos la consecuencia de las cosas que nos pasan y sobre las que no tenemos ningún control. Ya solo con los dos primeros capítulos tú como lector estás esperando que pase algo que la ayude a huir de todo ese horror, pero cuando se sufre tanto y por tanto tiempo, a veces escapar no es suficiente.
«Más firme que ninguna escritura era la creencia de que no importaba cuán feo u horrible pudiera ser un niño, al menos la madre del niño lo querría. Tal vez el mayor daño a la sociedad había sido la perpetuación de ese mito, pues nos había dejado huérfanos a Lim y a mí. Nos había dejado huérfanos a todos. Los no deseados. Los abusados. Los violados».
Samantha Kolesnik pone el foco sobre un tipo de horrores en los que no queremos ni pensar: en los abusos que sufren los niños y los adolescentes por parte de sus madres. Las únicas personas que, en teoría, los deberían querer de manera incondicional. Una violencia que preferimos ignorar que existe porque es demasiado doloroso imaginar lo contrario, algo que deja a las víctimas que los sufren en total indefensión. El tipo de abuso que causa huellas tan profundas en el cuerpo y en alma de quienes lo padecen que puede resultar imposible para ellos pensar en la redención. Creo que desde que leí La chica de al lado, de Jack Ketchum (mi reseña) no sufría tanto con un libro.
Abusos, monstruos, violencia, culpa, dolor y cicatrices que no se ven… Crímenes reales, de Samantha Kolesnik es una novela durísima pero que vale la pena leer. Aunque no es un libro que se pueda recomendar a la ligera ya que, si viniese con advertencia de contenidos, debería incluir unos cuantos como violación, asesinato o violencia contra los animales. Con este tercer título de la colección Deméter, dedicada a la novela corta, La biblioteca de Carfax confirma una vez más que están apostando por un horror del que nos mueven y nos hace reflexionar. La traducción de Shaila Correa es increíble, como siempre, y la cubierta de Kim Martín es espectacular. Si quieren darse un paseo por lo peor de la maldad humana tienen que darle una oportunidad. Hacedlo con cuidado, porque aunque en el mundo hay muchos Creadores y Constructores también se pueden topar con algún gusano.
¿Han leído Crímenes reales? ¿Les llama la atención?
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