Que la violencia de género sigue estando tristemente normalizada es algo que como mujeres sabemos muy bien. Que incluso los cuentos de hadas que todos conocemos están llenos de violencia hacia muchas de esas damiselas en apuro, pero que igual crecimos leyéndolos en versiones más o menos edulcoradas como si fuese algo a lo que deberíamos aspirar. Sin saber que detrás de muchos de esos príncipes azules se escondían lobos. La novela gráfica de la que me gustaría hablarles nos trae los testimonios de mujeres reales que, aunque sus historias parecen sacadas de cuentos de hadas macabros, en realidad son supervivientes de una violencia atroz. Mujeres que están reconstruyendo sus vidas luego de sufrir abusos que ninguna persona debería soportar pero que tristemente son más comunes de los que nadie quiere admitir. Hoy quiero recomendarles No me cuentes cuentos, de Sandra Sabatés y Judit Crehuet.
«A los dieciocho, nadie piensa ni planifica mucho».
La novela gráfica adapta al formato de viñetas seis de las historias que Sandra Sabatés recopiló en la novela del mismo nombre: No me cuentes cuentos. Pero aquí son las ilustraciones de Judit Crehuet las que transformaran las entrevistas de Sabatés en historias que nos romperán el corazón. Porque, si bien los capítulos tienen título de cuentos que todos conocemos, La caperucita roja o Piel de asno, e incluso empiezan con un fragmento de esas fábulas, las historias que se narran en ellos son reales. Testimonios de violencia sufridas por mujeres en España en los últimos años. Casos que fueron noticia pero que ahora podemos descubrir desde otras perspectivas.
Precisamente el primero de los relatos es La caperucita roja, en la que una joven de dieciocho años viajó a Pamplona para ir a los Sanfermines, y terminó encontrándose con cinco lobos disfrazados de jóvenes normales. Ese caso en particular y la movilización que hubo después cuando se buscó revictimizar a la víctima durante el juicio (poniendo en duda sus actitudes en la vida diaria después de la violación) queda muy bien reflejado en las viñetas que con tanto acierto crea Judit Crehuet. Quien no se recrea en la violencia, pero tampoco la esconde por completo.
«Ya no solo tenía que demostrar que había sufrido una violación, sino también debía parecerlo».
Le sigue una de los relatos más duros del libro, Piel de asno, en el que se refleja la historia de abusos continuados de un padre a su hija desde que era una niña. No es el tipo de cuento que se pueda leer sin sentir repulsión o sin que se te rompa el corazón una vez más. Pero cuando te encuentras con las estadísticas que se incluyen al finalizar el relato, observamos lo importante que es visibilizar ese tipo de abuso tan atroz que siempre se ha querido ocultar, como si ignorando que ocurre se puede borrar.
En La Bella y la Bestia llega el turno de poner el foco en la violencia de género que anula a las mujeres dentro de una pareja. Esa que empieza como celos (que tenemos tan normalizados y que nos dicen las películas que incluso son deseables, una muestra de amor) hasta que llegamos al abuso físico. Es un ejemplo perfecto de cómo se va rompiendo paso a paso a la joven en esa relación y se la manipula para que crea que ella es la culpable. Que él la quiere y no puede vivir sin ella. Una historia en la que ella siempre se le perdona porque él no lo hará más. Hasta que de nuevo lo vuelve hacer. Un ciclo que es muy difícil de romper, pero como se muestra en el relato, no es imposible salir de él.
«¿Cómo renunciar a él?Solo tenía miedo a perderla.Sin él, ella no era nadie.¿Qué pasaría si lo dejaba?¿Qué iba a hacer?».
El zurrón que cantaba nos trae un esclarecedor relato sobre cómo queda una joven de Brasil atrapada en una red de prostitución en España. Engañada y traída aquí con falsas promesas. Encerrada luego sin pasaporte ni dinero. Condenada por las mafias que la prostituyen a pagar una deuda imposible que crece día a día. Obligada a consumir drogas y sin poder escapar. Vendiendo su cuerpo una y otra vez en un círculo sin fin. Pero con una protagonista que logra huir de sus captores y que ahora pertenece a una red que apoya a mujeres que están en la misma situación que ella vivió.
Por su parte, Barba azul nos narra otra historia desgarradora, la de una mujer que engañada por un amor de su juventud que casi pierde la vida en manos de su maltratador. Es tan brutal la violencia que sufrió su protagonista, que no puedes sino leer con el corazón en un puño. Termina la selección La bella durmiente, el relato de una joven que, tras beber una copa en un bar, se despertó sin recordar nada abandonada en un estacionamiento. Un terrible caso de violación por sumisión química, un método tristemente más común de lo que cualquier podría pensar y con unas secuelas psicológicas terribles.
«El insomnio se apoderó de ella. Le aterraba volver a cerrar los ojos».
No me cuentes cuentos, de Sandra Sabatés y Judit Crehuet es una novela gráfica muy dura de leer pero que hace una labor muy importante, ya que expone los diferentes tipos de violencia que sufrimos las mujeres usando casos de la vida real. Si algo caracteriza el libro es que son las historias que dan esperanza entra tanta oscuridad, ya que son de mujeres que sobrevivieron y que, a pesar de todo lo que sufrieron, están trabajando para recuperar el control de sus vidas. No se puede banalizar su dolor, pero es importante que sus historias se cuenten y se conozcan. Que se ponga el foco en los abusos para que no se cuestione a las víctimas sino a los agresores. Porque parece que lo que no se cuenta no existe. Y lo que tenemos que lograr como sociedad es que los monstruos se queden en los libros y que no sean impunes en la vida real.
¿Han leído No me cuentes cuentos? ¿Les llama la atención?
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