¿Cómo terminaría alguien encarcelado y esperando cuatro ejecuciones consecutivas de la Inquisición? ¿Cómo fue la vida de una persona que rompió los trece mandamientos del Dios Ahogado? ¿Cómo pudo condenar su alma inmortal a tan corta edad? ¿Qué tuvo que ver su primer amor en ese descenso a los infiernos? A todas esas preguntas y a muchas más empezaremos a encontrar respuestas en Salitre y cenizas, de Carlos di Urarte. El primer libro de la trilogía grimdark La corona del oráculo. Una fascinante novela debut en la que conoceremos las desgracias que llevaron a Leo Vicar hasta el cadalso.
«Perdí mi alma cuando tenía trece años, sin ni siquiera haber desayunado. Era una mañana fría y neblinosa en la villa, y los ecos de las campanas que marcaban las seis flotaban sobre la bahía».
Dividido en dos partes, salitre y ceniza, el libro nos narra la historia de Leo Vicar, un brujo de sangre excomulgado que, cuando lo conocemos, está encarcelado en el penal de El Cabracho esperando su ejecución a manos de la Inquisición. Es un prisionero peligroso que se dispone a contar su historia a un escriba real que viajó a la prisión para dejar por escrito una crónica de su vida. De las decisiones y las acciones que lo llevaron a estar condenado a muerte.
Leo decide comenzar su relato en la adolescencia. Específicamente desde la mañana en la que, con solo trece años y sin pretenderlo, condenó su alma. La manera en la que, tratando de impedir que su primo abusara de una mujer que encontró flotando en el mar, lo terminó por unir a Limnora, una bruja. Una que parece que entró en su vida teniendo un objetivo claro: tomarlo como su discípulo y enseñarle su oscura magia. Pero no nos adelantemos; para entender por qué decidió aprender hechicería en ese mundo tan religioso, sin importar las posibles consecuencias, tenemos que conocerlo mejor.
«Y cuando te acostumbras a que te nieguen los abrazos, acabas buscándolos en lugares oscuros».
Leo es el menor de tres hermanos. Perdió a su padre cuando tenía solo ocho años, y su madre se avergonzaba de él. De la forma en que se negaba a aceptar el rol de género que la sociedad le quería imponer. Sin entrar en demasiados detalles que es mejor que descubran al leer, digamos que Leo nació preso de una maldición, y se encontraba tan desesperado por romperla y convertirse en la persona que ansiaba ser, que estaba dispuesto a arriesgarlo todo. Limnora, la bruja a la que rescató, terminó por vivir en su casa, y aprovechó su cercanía para alimentar la ira y la desesperación que tan justamente el muchacho sentía.
(Fragmento de la cubierta ilustrada por Juan Alberto Hernández)
En el fascinante y oscuro mundo que nos presenta di Urarte, la religión se parece un poco a la católica, pero tienen a su Cristo Ahogado y es aún más opresiva para las mujeres. Allí están los cuatro evangelistas hombres y una quinta evangelista, una mujer llamada Mariam. Por lo que cuentan con las escrituras de la Diestra, con todo lo bueno, justo y noble que viene de los hombres, y los de la Siniestra, que reúne lo apocalíptico y malvado que surge de las representantes del sexo femenino. En ese mundo lleno de salitre y barro, todos los pobres viven para sufrir y padecer, pero las mujeres están en el último escalón. En Sacta Andara, la ciudad de pescadores en la que vive nuestro protagonista, todos parecen tener su opinión sobre cómo debería actuar Leo o cómo tendría que ser su futuro.
«No es que yo supiera todo esto cuando comencé mi catequesis, pero día tras día, me quedó bastante claro que las mujeres estaban predispuestas a la oscuridad y la corrupción, y que solo mediante rezos y la mortificación podrían prepararse para el fin del mundo».
La vida de nuestro protagonista no deja de empeorar cuando su madre decide casarse de nuevo. Y no con cualquiera, sino con el hermano de su difunto marido. Un hombre cruel llamado Caelio. Un exsoldado que en un ataque de celos asesinó brutalmente a su mujer. Un salvaje que cree que a la fuerza podrá doblegar, someter y cambiar a Leo. Por si fuera poco, nuestro protagonista se enamora de la chica equivocada. De una jovencita de su edad llamada Cristiane, que reunía tres cosas que la hacían una mala opción a ojos de todos: era extranjera, tenía el cabello pelirrojo (que allí se asocia con la brujería y los paganos). Y, además, era la hija de una famosa prostituta. Digamos que su familia hizo de todo para separarlos, y a raíz de ello, puede que Leo acepte pactos que quizás en otras circunstancias no habría considerado.
No les puedo explicar lo fascinante que se hace la narración y la manera en la que vamos descubriendo más de ese complejo mundo y de nuestro enigmático protagonista. La religión del Cristo Ahogado, los trece mandamientos que Leo se encargó de romper uno a uno, la corrupción de la iglesia, la brujería, los otros dioses. O incluso la mención a antiguas civilizaciones ya desaparecidas. Por no hablar de los seres fantásticos a los que se hace mención. Todo ello mientras vemos cómo todos sistemáticamente tratan de doblegar a nuestro protagonista porque no cumple con lo que se espera de él. Ojalá poder habla r más de ello y del enfoque tan original que representa la historia de un personaje como Leo para una novela de fantasía grimdark, sin embargo, no quiero hacer spoilers. Ahora, si le tengo que poner un único “pero” al libro, es que hay demasiadas referencias y menciones a penes (aunque tenga completo sentido con la historia, para mí llegó a ser excesivo).
«Sollocé con la cabeza escondida entre mis manos, porque ese hombre malo me estaba convirtiendo a mí en un hombre peor. Y en mis momentos más bajos, Limnorea siempre estaba ahí para ver que recogía. Unos sacuden el árbol, otros recogen los frutos».
Brujas, dioses, religión, tortura, inquisición, género, odio y mucha ira… Salitre y cenizas, de Carlos di Urarte, es una novela debut espectacular. Un inicio de trilogía que nos sumerge en un mundo oscuro y fascinante, lleno de desigualdades e injusticias. Donde la rabia y la ira van creciendo a fuego lento y tú, junto al protagonista, solo quieres ver el mundo arder. La construcción de personajes es increíble y la prosa del autor que, por momentos es lírica, te deja con ganas de más. Antes de terminar, me gustaría destacar la preciosa edición que publicó la editorial El Transbordador y la alucinante cubierta, obra de Juan Alberto Hernández. Estoy deseando leer más de la historia de ese hereje y de cómo se convierte en el temible oráculo que está esperando la muerte. Así que me quedo contando los días para que nos lleguen Hábito y Mortaja, así como Trono y Abismo. Si están buscando grimdark que les vuele la cabeza, tienen que darle una oportunidad.
¿Han leído Salitre y cenizas? ¿Les llama la atención?
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